La imagen del Superior

Pedro Arrupe sj





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Reflexiones del Padre General, con ocasión de su visita a la Provincia de Inglaterra, realizada del 20 al 24 de enero de 1970.


La importancia que San Ignacio atribuye a la persona del Superior aparece claramente en sus escritos, por ejemplo, en las Constituciones (n.820):"Cuales fueren los Superiores, tales serán los súbditos".

No cabe duda de que en el actual desenvolvimiento de la Iglesia y de la Compañía está surgiendo una nueva manera de ejercer la autoridad y una nueva imagen del Superior, que reclaman especiales cualidades, mientras,al mismo tiempo, las oaracterlstioas básicas y el espíritu deben conservarse.

Las funciones del Superior son muchas y variadas, lo cual aparece claramente cuando se trata de resumirlas en una palabra que pueda dar una impresión general: el Superior es un padre, un hermano, un conductor, un administrador, un director espiritual, un justo juez...

Caridad y autoridad

Debemos ser capaces de distinguir en él dos aspectos:

1) El de la caridad (santidad personal),en la que élserá con frecuencia inferior a los que le están subordinados. Esta es la base de una humilde y respetuosa actitud para con los demás.

2) El de la autoridad recibida de Dios, la cual, aunque es para el servicio de la Comunidad, debe ser reconocida por sus súbditos, y es, por lo demás, una garantía de especial asistencia del Señor. Esta es la base de un sentido de seguridad y de fuerza.

La verdadera actitud del Superior aparece en este raciocinio: un humilde reconocimiento de su propia indignidad por un lado» y por otro la conciencia de su autoridad recibida de Cristo. Quizá se puede expresar de esta manera: “aunque él es un hermano entre otros” “tiene juntamente con su autoridad” una especial responsabilidad y al mismo tiempo” tiene especial asistencia para discernir y declarar la voluntad de Dios, tanto para la comunidad como para sus miembros individualmente".

El hecho de que él es considerado como un hermano (= un miembro de la comunidad) "demitologiza" el oficio de Superior. Pero, aunque esto lo pone en más inmediato contacto con la comunidad, siempre sus virtudes y sus limitaciones aparecerán más claramente. Correrá el riesgo de perder su estima y respeto, pero esto le ayudará para contemplar Su posición objetiva y humildemente. Esto subrayara también el carácter sobrenatural de la obediencia, la cual va a ser practicada únicamente porque el Superior posee una autoridad recibida de Cristo.

Imagen del Superior según San Ignacio

S. Ignacio describe la imagen del Superior ideal para nosotros en la novena parte de las Constituciones, capítulo segundo.

Aunque él describe allí la persona del General, se puede aplicar lo que dice a todos y cada uno de los Superiores.

1. Hombre de oración

1) Cuanto a las partes que en el Prepósito General se deben desear, la primera es (cfr. Const. n.725) "que sea muy unido con Dios nuestro Señor y familiar en la oración y todas sus operaciones".

Esto es absolutamente fundamental: el Superior debe ser un "hombre de oración". No nos deberíamos olvidar de presentar todos nuestros problemas ante Dios en la oración.

El argüir que estamos muy ocupados y que no tenemos tiempo para retirarnos con Dios a la oración ser la demostrar una fundamental carencia de estima por la oración.

Así, demos buen ejemplo.

2. "Exemplo en todas virtudes"

2) "Que sea persona cuyo ejemplo en todas virtudes ayude a los demás de la Compañía; y en especial:

a) debe resplandecer en él la caridad para con todos los próximos y señaladamente para con la Compañía.

b) Y la humildad verdadera, que de Dios nuestro Señor y de los hombres le hagan muy amable", (n.725).

La importancia del ejemplo es clara. La caridad unida a la humildad hace a un hombre extraordinariamente atractivo y a su ejemplo compulsivo. Cuanto más conducimos a otros con nuestro ejemplo, tanto más efectivo será nuestro gobierno: "exempla trahunt".

Ojalá que todos pudieran ver en nosotros afecto, comprensión, confianza... y una humildad y amplia sencillez que sabe reconocer en si las indudables limitaciones y errores.

c) "Debe también ser libre de todas pasiones, teniéndolas domadas y mortificadas: porque interiormente no le perturben el juicio de la razón, y exteriormente sea tan compuesto y en el hablar especialmente tan concertado, que ninguno pueda notar en él cosa o palabra que no le edifique, así de los de la Compañía que le han de tener como espejo y dechado, como de los de fuera". (n.726).

Este es un requisito de gran perfección y dificultad. Nadie puede prometerse semejante abnegación interna, si no es por la oración y la identificación de uno mismo con Cristo por medio de la oración, la cual tiene como efecto propio (como dice S.Ignacio) la abnegación interior.

En esto hay sobreabundante materia de reflexión y examen de conciencia para todos los que somos superiores.

d) "Con esto sepa mezclar de tal manera la rectitud y severidad necesaria con la benignidad y mansedumbre, que ni se deje flectar de lo que juzgare más agradar a Dios nuestro Señor; ni deje de tener la compasión que conviene a sus hijos; en manera que aun los reprendidos o castigados reconozcan que procede rectamente en el Señor nuestro y con caridad en lo que hace". (n.727).

En esto consiste la habilidad de saber unir severidad con suavidad. Se logra buen resultado cuando hay una verdadera caridad y comprensión de parte del sujeto que, por lo general, sabe reconocer en la misma reprensión el afecto y el interés, lo que inmediatamente disminuye los disgustos del caso. Más adelante, él vendrá a recordar con gratitud lo que fue dicho con caridad.

e) "Y así mismo la magnanimidad y fortaleza de ánimo le es muy necesaria (1) para sufrir las flaquezas de muchos y (2) para comenzar cosas grandes en servicio de Dios nuestro Señor y perseverar constantemente en ellas". (n.728).

1) la magnanimidad, entendida de esta manera, es siempre necesaria, pero más que nunca en aquellas ocasiones en que las desproporciones son más notables que de ordinario:

a) porque las situaciones son más difíciles, más imprevistas y por lo mismo cuesta más encontrar soluciones nuevas,

b) porque hoy día, en que los individuos tienen mayor libertad, las limitaciones personales y especialmente la falta de sentido común o de sereno y sano juicio se muestran de manera mucho más palpable y estridente.

Esa es la razón por la que los Superiores necesitan actualmente esta magnanimidad, para que no se desalienten ni pierdan su serenidad.

2) Se necesita también esta magnanimidad para ser capaz de "comenzar cosas grandes”, es decir, para saber cómo planear y organizar dificultosas y arduas tareas. Hoy día, viendo tan grandes dificultades, limitaciones, defectos o excesos, se corre el riesgo de encerrarse en sí mismo y limitarse a "aguantar" estas situaciones o problemas, y simplemente tratar de resolverlos, dejando de lado todo ánimo y entusiasmo para nuevas iniciativas apostólicas, especialmente si tales iniciativas. Presentan, a su vez, nuevas dificultades. Se olvida que esta es precisamente la positiva e inspirada manera de obrar que es frecuentemente el mejor remedio para otras dificultades.

3. Discernimiento

3) "La tercera es...la prudencia y uso de las cosas espirituales e internas para discernir los varios espíritus" y asimismo "la discreción en las cosas externas y modo de tratar de cosas tan varias y conversar con tan diversas personas de dentro y fuera de la Compañía". (n.729).

El don de discreción es siempre necesario, pero en tiempo de transición experiencias como el presente, es una virtud esencial. Ahora se debe estar ejercitando la discreción constantemente en las varias opciones que se presentan y en una evaluación que considere tanto la tarea como la gente involucrada. Los criterios para tal evaluación deben ser con frecuencia adaptados a las nuevas situaciones en las que los efectos del bueno y del mal espíritu se encuentran juntamente entremezclados.

La diversidad de criterios y de maneras de pensar hace que esta tarea sea sumamente delicada, particularmente cuando hay algunos que toman posiciones en que dejan de tener en cuenta los límites de lo que es aceptable.

4. Capacidad ejecutiva

4) "Que sea vigilante y cuidadoso para comenzar, y estrenuo para llevar las cosas al fin y perfección suya. (n.730).

1) Hay aquí una necesidad de conocimiento del Instituto y de nuestra legislación. Con un problema que tiene algo de jurídico se llega a una situación extrema que impide un buen gobierno.

Hay un defecto que tiene amplias consecuencias, pues aunque las decisiones concretas han variado en muchos casos, es necesario estar imbuido del espíritu ignaciano (forme mentís) para poder reaccionar y dirigir, conforme al verdadero espíritu, en esas nuevas e imprevistas circunstanciáis en las que al Superior le toca decidir por sí mismo. Es necesario crear en él una visión ignaciana.

Actualmente, el apartarse de lo que ha sido decidido parece presentar algunas especiales dificultades. Ha habido siempre fracasos en la ejecución de las decisiones - los PP.Generales de la Compañía lo han reconocido - pero actualmente se pueden quizá sugerir algunas razones especiales para tal fracaso y deberían ser tenidas en cuenta.

2) Incertidumbre en la interpretación de los documentos:

a) Hay dificultad de lograr firmes decisiones con miras al futuro en este período de confusión.

b) Hay tan diferentes interpretaciones.

c) En el nuevo y extremadamente complicado mundo en el que nos encontramos es dificultoso poner en práctica los documentos.

d) Hay escasez de hombres idóneos para estas circunstancias.

3) Entonces puede haber oposición de un sector de la Comunidad que logra boicotear las decisiones tomadas.

4) Hay vacilación en el obrar, por causa del miedo de que las decisiones tomadas van a tener que ser pronto cambiadas, sea porque la situación es inestable, sea porque se ejerza presión desde fuera, de parte de aquellos que han adoptado otro camino de acción.

5) Hay sentido de inseguridad que surge del temor de no ser apoyados por sus propios superiores.

Esto es especialmente verdadero en la actualidad en el caso de las "experiencias" tan ampliamente emprendidas para descubrir nuevos caminos y medios de acción.

En las experiencias, sobre todo si se trata de establecer algo nuevo, se ha de tener en cuenta:

1) El fin que se trata de conseguir,

2) El dar un buen número de ideas para los medios y las circunstancias.

3) Reflexión sobre lo que ha sido logrado y la correspondiente evaluación (discretio).

4) Un tiempo reservado para esta evaluación.

5) Suficiente objetividad para ser capaz de reconocer equivocaciones y suficiente valor para no descorazonarse, antes, al contrario, para empezar de nuevo, si fuere necesario.

5. Mucha bondad y amor a la Compañía

5) "Y si algunas de las partes arriba dichas faltasen, a lo menos no falte bondad mucho y amor a la Compañía y buen juicio acompañado de buenas letras".(n, 735).

Respecto a esta cualidad, S. Ignacio considera que no hay alternativa. Esta "probitas" o "mucha bondad" es la base de la confianza en el Superior. Si ésta falta, entonces la confianza desaparece y con ella todo el respeto por la persona del Superior, con enorme detrimento de su autoridad.

El amor a la Compañía es de inmensa importancia, hoy día en que se ven y se oyen tantas expresiones de hostilidad hacia la Compañía, aun dentro de ella, y en que se ve a tantos que se sienten desanimados y defraudados... y que hasta dudan de la utilidad y validez de la misma Compañía.

Debemos estar persuadidos de la grandeza y modernidad de nuestra vocación, en orden a infundir alientos a aquellos que se encuentran con una baja estima de su vocación.

Ulteriores consideraciones

A este resumen de la descripción que el mismo Ignacio da del Superior, se pueden añadir ulteriores consideraciones aplicadas a nuestra época.

Oír y atender a todos

El Superior hoy:

a) Debe tener una gran capacidad para oír y atender a todos.

Es de desear que el Superior tenga y muestre un interés personal por cada uno de sus súbditos.

Estos muy frecuentemente quieren exponer sus opiniones, dificultades y demás en detalle.

Esto, si se usa bien, puede tener grandes ventajas, pues puede arrojar nueva luz sobre la "cuenta de conciencia". Pero exige del Superior tina completa dedicación, una gran paciencia y comprensión. Nosotros debemos tener siempre tiempo para escuchar a nuestros súbditos.

Respeto a la persona

b) "Gobiernen a sus súbditos como a hijos de Dios y con respeto a la persona humana, fomentando su sumisión voluntaria". (Perfectas Caritatis,n.l4).

Esto puede manifestarse:

1) Conversando con ellos, en orden a conocer sus ideas y sentimientos.

2) Dándoles, cuantas veces fuere posible, las razones de un mandato.

3) Teniendo en cuenta las cualidades del sujeto a fin de desarrollarlas emplearlas de la mejor manera posible.

Espíritu de servicio

c) "Ejerzan su autoridad con espíritu de servicio a sus hermanos" (Perfectas Caritatis»n.l4).

En último análisis la autoridad es un servicio a la Comunidad y a cada uno de sus miembros. Por lo tanto recae aquí una gran responsabilidad sobre el Superior. Por otra parte, debe estar atento a que este su servicio específico, es para buscar y formular la voluntad de Dios, en muy diferentes situaciones y conforme a esta voluntad de dirigir tanto individual como colectivamente, a todos los que le han sido confiados.

Tengamos en cuenta la obligación de ejercer esta autoridad, por la que se necesitará el valor de tomar decisiones "impopulares". Esto sucede así, de manera especial, en la actualidad, porque dada la diversidad de criterios, cualquier decisión de alguna importancia que tome, habrá quienes la critiquen. Y esto puede dar origen a la tentación de no usar absolutamente la autoridad. Sin embargo. Tino de los mayores defectos contra la autoridad es el no ejercitarla.

Confianza en el súbdito

d) "De suerte que expresen la caridad con que Dios los ama".(Perfectae Caritatis,n.l4)

Un Superior debe sacrificarse por sus súbditos y mostrar gran interés por ellos. Sobre todo debe confiar en ellos. Esta confianza es de capital importancia en el gobierno de la Compañías cuando ella falta “la vida y la relación "súbdito-superior” en la Compañía cambian esencialmente.

La raíz de esta confianza es la persuasión de que "cada Jesuita está en buena fe" y "lleno de buena voluntad". Por lo tanto, antes de que se admita sospecha sobre alguno, debe probársele su falta de buena voluntad.

Esta confianza es, además, un gran estímulo para que el súbdito se sienta tranquilo y para que quiera colaborar de manera positiva con cuanto le mande el Superior (que confía en él).

Algunas veces es mejor engañarse por un "exceso” de confianza (siendo tenido por un "tonto"), que dar la impresión de que no se fía de sus súbditos.

Esta confianza no se opone a una prudente "vigilancia", que no se funda sobre sospecha, sino que está para ayudar a aquellos que Dios nos ha encomendado.

Vigilancia paternal e "inspección policíaca” son dos cosas muy diferentes. El día en que la confianza se derrumba, el gobierno se convierte en "algo policíaco": una cosa enteramente contraria al espíritu de la Compañía.









Boletín de espiritualidad Nr. 7, p. 3-12.


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