Discernir los signos de os tiempos, bien, pero... ¿qué es es el discernimiento?

Daniel Gil sj





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A partir de la vulgarización de la revisión de vida y sobre todo después que el Concilio habló de "escrutar los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del evangelio", se ha popularizado mucho la expresión y continuamente oímos hablar de ella últimamente por ejemplo, el Papa y los Obispos nos han dicho que debemos realizar "un atento discernimiento" frente a las realidades político-sociales.

Pero ¿qué es ese discernimiento del que tanto se habla? Respondemos: discernimiento espiritual quiere decir que los cristianos hacemos una interpretación especial de nuestra propia vida, de la historia, de la existencia humana en general.

Hacemos una interpretación porque desentrañamos de la vida humana un significado, un llamado, una vocación; de la misma manera, ante una obra de arte, los hombres tratan de penetrar en el significado y el mensaje que esa obra nos trae. Interpretar es precisamente eso: aclarar, comprender mejor, traducir a un lenguaje más vivo. Claro que interpretar la vida humana no es lo mismo que interpretar una obra de arte o un texto antiguo: cuando la vida humana aparece ante nuestra libertad como una tarea de Interpretación, es porque estamos decididos a ser sus intérpretes, en el sentido de ser sus actores, sus agentes vivientes.

Pero los cristianos hacemos una interpretación especial. Porque también otros muchos grupos humanos hacen sus propias interpretaciones de la vida del hombre sobre la tierra. Así los materialistas ateos, sean de signo marxista o capitalista, hacen su propia interpretación; y también los freudianos, los existencialistas, etc. A lo largo de los siglos, el hombre se ha interrogado sobre sí mismo, y ha elaborado diversos modelos de respuesta y de proyectos de vida humana. Los cristianos nos llamamos así porque seguimos la interpretación que hizo Jesucristo y seguimos la manera de interpretar que él nos enseñó a hacer. Por eso nuestra interpretación es especial, porque deriva de Jesucristo. Cuando un cristiano hace una interpretación de la vida, para ver cómo y por qué la va a vivir, no pretende sino insertarse más profundamente en esa interpretación que Jesús hizo, y que se mantiene viva en la Iglesia Católica. En la medida en que lo logramos, podemos decir que hemos discernido cristianamente, o dicho en otras formas, que hemos encontrado la voluntad de Dios para nosotros, o que vivimos la fe en la vida, o que nos insertamos en la historia según el dinamismo teologal que nos imprimió el Resucitado, o que leemos los acontecimientos a la luz de Su Palabra, etc. Acentuando diversos aspectos, todas esas expresiones apuntan a decir lo mismo.

Discernir los signos de los tiempos, por lo tanto, significa: mirar hacia la vida como Jesús miró, dar prioridades a las cosas que El dio prioridad, valorar como El valoró, juzgar como El juzgó. Quien no tenga un conocimiento interno, connatural, del pensamiento y del corazón de Jesús, difícilmente podrá interpretar las cosas como el Señor. La Iglesia, por medio de sus autoridades, sus sabios y sus santos, gracias a la fidelidad a Jesús, que siempre existe en el seno de Ia catolicidad, nos va enseñando a ser como Jesús. Ser como Jesús, en esta dimensión del juzgar y decidir, con toda la libertad de la fe, ante toda la profundidad de la vida, eso es discernimiento. ¿Es difícil vivir así? No más difícil que ser cristiano... Para no extendernos demasiado, iremos, con un ejemplo conocido, al centro mismo del asunto que nos ocupa: ver a Jesús en acción, verlo haciendo un discernimiento, para tratar de entender, intuitivamente, de qué se trata.



Al comienzo de su vida pública, Jesús fue conducido al desierto. Allí conoció el hambre, allí conoció también, experimentalmente, tanto la voluntad de su Padre que lo llevaba por un camino misterioso, como la tentación del demonio, que lo quería apartar del Padre. Lo que Jesús realizó allí fue un discernimiento: reconoció, experimentalmente, expresó en pocas palabras, y nos dejó en herencia, su juicio sobre la situación de peligro que pesa sobre el hombre deseoso de cumplir el designio divino. Las tentaciones del pueblo hebreo, y las que a lo largo de la historia tendrá el nuevo Pueblo de Dios, rodearon a Jesús en el desierto, y fueron descubiertas hasta su raíz, por la mirada contemplativa penetrante del Señor, Hijo absolutamente fiel al Padre. Veamos cómo un mismo hecho es decir, la situación de Jesús tras cuarenta días de ayuno, admite diversos niveles de interpretación. La interpretación última comprensiva y determinante es, precisamente, el discernimiento.

Dejemos correr un poco la imaginación... Imaginemos que vamos al desierto, donde está Jesús, y que llevamos con nosotros a un médico, a un sicólogo y a un profeta, que es como un especialista en discernimiento. Cada uno de ellos hará una "lectura", una interpretación del hecho, situándose a un nivel distinto de la realidad, de acuerdo al método propio que usarán. Veámoslos.

El médico se acerca a Jesús, le toma el pulso, lo ausculta, le toma la temperatura, la presión arterial,... y diagnostica rápidamente: "grave peligro de muerte por desnutrición". Con determinación extra su libretita, esa inefable libretita o recetario donde los médicos suelen garabatear con letra ininteligible lo que será la esperanza del enfermo y comienza a recetar una medicación, y un régimen alimenticio... Pero entonces interviene el sicólogo.

El sicólogo le hablará al médico y le dirá, más o menos así: "Mire doctor, cuidado con hacerle comer al paciente. Usted no ha tenido en cuenta el contexto síquico de su paciente; sus instrumentos no registraron las palabras que este hombre hablaba hace poco, sobre otro pan que él debe comer para alimentar su vida. Permítame decirle que en mi opinión, este paciente, además de la desnutrición qué usted registra, tiene un problema interior muy serio. Está perplejo entre un sentimiento de fidelidad a ese Dios que él llama su Padre, y un sentimiento de conservar la propia vida. Por un lado quiere recibir su alimento, es decir su vida, sólo de su Padre; pero por otro lado, experimenta el instinto de conservación de su vida. Si usted lo hace comer, sin tener en cuenta esto, puede salvarle la vida corporal, pero puede arruinarle la vida entera".

El médico comprende perfectamente las palabras del sicólogo, y ambos se preguntan sobre la mejor manera de proceder frente al caso. Terciando entonces en la conversación, el profeta toma a su vez la palabra y dice: "Me parece compañeros que todavía hay un punto importante que atender: la situación de Jesús no se reduce a simple desnutrición, ni a simple tensión síquica. Esas palabras que él hablaba, son parte de una conversación antigua, deben entenderse en el contexto de un diálogo ya trabado entre Dios y sus adoradores. Este Jesús sabe que tiene hambre, sabe que puede satisfacer sus necesidades y proveerse su vida, pero está tratando de reconocer experimentalmente cuál es la voluntad de su Padre en todo eso, y cuáles son las direcciones en que su libertad es solicitada en tal situación. Para entender a fondo su situación, está orando a Dios y escuchando la Escritura. Su situación actual debe ser entendida en el contexto de la historia anterior, según consta en la Escritura. Por eso él juzga que, deslizándose sobre el hambre, serpenteando en la tensión interior, su situación reedita la situación de tentación, que acechó a sus antepasados, y que asediará a sus seguidores; y decide que también en esa situación, y sobre todo en ella, sólo cabe una más pura y fiel recepción de la iniciativa de Dios, rechazando todo movimiento que pretenda inducirlo a cualquier clase de independencia o autonomía respecto a la acción de su Padre..."

El sicólogo y el médico, que escuchaban atentamente, preguntan entonces: "Bien, bien. Nos ha largado usted todo un sermón, como acostumbran los profetas... Pero ¿qué haremos? Si un hombre no come, se muere si no logramos distender la perplejidad, un hombre se trauma"... Bueno -dice el profeta- vamos a no discutir ahora. Me parece notar que los hombres que comen también se mueren, y que los distendidos por un lado se trauman por otro lado. Al fin y al cabo el que tiene que saber qué hará es él señalando a Jesús; y él tendrá que encontrar la manera de solucionar el problema de la desnutrición y del conflicto interior, de modo que pueda vivir su vida como adoración y fidelidad, y no como desobediencia y apostata. Vayamos a ofrecerle nuestra ayudó, y él decidirá."

Terminemos este ejemplo, que no por fabuloso deja de ser instructivo para lo que pretendemos. Observemos cómo un mismo hecho, esa situación de Jesús en el desierto, en determinado momento, admite tres "lecturas" o interpretaciones diversas, pero no contradictorias. Al nivel que le permite su método de diagnóstico de la realidad, un médico dirá, con verdad médica, "desnutrición", y tiene razón, y sólo otro médico con más ciencia o mejores instrumentos podrá discutírselo. Pero a otro nivel de abordaje de la realidad, el sicólogo, con otro método, hace otro diagnóstico: "conflicto interior entre fidelidad al ayuno sagrado y el instinto de conservación". Y tiene razón; sólo otro psicólogo mejor podría discutirle, al mismo nivel, su diagnóstico. Pero reflexionemos bien una cosa: el diagnóstico del médico no invalida el del sicólogo, ni viceversa: ambos son verdaderos, con su propia verdad en su propio nivel. Y con ambas verdades comprendemos mejor la realidad de la situación aquella. El profeta, finalmente aborda la compleja realidad con otro nivel y otro método, y por eso llega a otro diagnóstico: "tentación"; este diagnóstico profético ni puede substituir (ni lo pretende) a los diagnósticos anteriores, ni entra en competición con ellos. Ayuda simplemente a quién pretenda hacer, una “lectura" de la realidad a nivel religioso cristiano, a comprender la totalidad de aquella situación, que, siendo "hambre" y siendo también conflicto interior, es también "tentación" para ese sujeto en ese momento. (1)

Pretendíamos en estas líneas mostrar qué es el discernimiento, diciendo que es una in-perpetración especial de nuestra existencia humana, según hizo y nos enseñó a hacer Jesucristo. Para mostrar con un ejemplo cómo es esa interpretación, y ubicarla junto a otras legítimas interpretaciones, complementarias pero no excluyentes, pusimos el ejemplo, fabulado, de la tentación de Jesús en el desierto. Discernir es hacer precisamente eso que hizo Jesús: comprender en cada encrucijada de la libertad cuál es la dirección en que nos llama Dios, y cuál la dirección que nos aparta de Él.

Frente a encrucijadas serias de nuestra libertad, de nuestra historia, también nosotros tenemos que hacer discernimiento, para obrar como cristianos adultos. Frente a la violencia, institucional y revolucionaria, frente a la vida sexual, frente a Ias elecciones políticas, frente a situaciones familiares especialmente importantes, frente a la opción de la vocación personal frente a oportunidades y exigencias de la vida económica, etc. debemos actuar y decidirnos con discernimiento. Sólo cuando actuamos con la libertad puesta a ese nivel, los hechos se configuran ante nosotros como "signos de los tiempos", y no como un acontecer enigmático, o como un proceso mecánico de fuerzas materiales, etc. Es decir: frente al cristiano dispuesto a discernir, el mundo aparece como historia de salvación; mientras que sí ponemos nuestro corazón a otro nivel, el mundo aparecerá ante nosotros como oportunidad de promoción, como ambiente propicio o adverso a nuestros intereses, etc.

El ejercicio de ese discernimiento no es fácil para nosotros, que no somos, como Jesús, totalmente inocentes. Pero contamos con la participación de su Vida, en la Iglesia Católica, y eso nos hará posible el ejercicio de la fe en la historia, con mordiente transformadora, cristianamente transformadora de la realidad.





Notas:

(1) SI uno pretendiera decir qué porque hay "hambre" no hay "tentación", se estaría saliendo de foco completamente. Del mismo modo, si por el mero análisis sicológico alguien pretendiera decir que por haber constatado "conflicto interior", la "desnutrición" no existe, se estaría equivocando penosamente. O también, si uno, tras haber diagnosticado con exactitud que hay allí "tentación", pretendiera entonces que la "desnutrición" o el "conflicto interior"son irreales, se estaría igualmente equivocando.









Boletín de espiritualidad Nr. 23, p. 17-20.


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