Presentación del Boletín de Espiritualidad Nr. 31

Miguel Ángel Fiorito sj







En Boletines de Espiritualidad anteriores (por ejemplo, nn. 27-30), hemos publicado experiencias de Tercera Probación, esa última etapa de formación en la Compañía de Jesus, que antecede inmediatamente la incorporación definitiva en la misma.

El Boletín de Espiritualidad que ahora presentamos, es también una experiencia de Tercera Probación, cuyas características especiales quisiéramos señalar brevemente.

1. Fue una experiencia de Compañía de Jesús: desde un primer momento, nos sentimos todos unidos y »compañeros de Jesús«; y si hubo entre nosotros »tentaciones divisivas« o »espíritu de división«, no duraron más de la cuenta, ni impidieron una decisión comunitaria importante (1).

Como en todo grupo humano, no sólo hubo »tentaciones«, sino también »pena« y aún »muerte« en sus diversas formas y grados; pero siempre se dio el proceso de la »muerte« a la »resurrección«, y de la »pena« a la »gloria«; y siempre se tomó una decisión importante, se la tomó en »paz« y por unanimidad, al menos moral (2).

2. Fue una experiencia de espiritualidad popular: el tema de reflexión que el grupo providencialmente tomó fue el de la »religiosidad popular« – que algunos llaman »fe popular«, para evitar el matiz genérico, y a veces peyorativo, que tiene el término »religiosidad« –; y, a medida que recordábamos y nos comunicábamos nuestras experiencias »populares«, nos sentíamos »pueblo de Dios« nosotros también.

Los días de reflexión – cuyo resultado publicamos ahora – habían sido precedidos por la experiencia del mes completo de Ejercicios de san Ignacio; yéstos fueron hechos en contacto constante con la Palabra de Dios – según el mismo plan de san Ignacio –, y desde la situación personal de cada uno.

Ahora bien, esta situación es también »palabra de Dios« para cada uno; y era, de hecho, una situación »popular«, o por el tipo de apostolado de casi todos, o por el origen de la vocación jesuita.

3. Fue una experiencia de Iglesia: al comunicarnos nuestras experiencias, diversas y con diversas personas – unos hablaban de Jujuy, otros de Santiago del Estero, otros de La Rioja ... y también del Gran Buenos Aires, donde viven tantos que han nacido en el interior –, notamos que todas las experiencias tenían un fondo común; o sea, la fe de nuestros mayores, la de nuestros padres, la de nuestros antepasados ... »la fe que no sólo se detecta en las virtudes del pueblo argentino, sino en los defectos y pecados del pueblo. Los argentinos no practicamos la virtud a secas, ni somos pecadores sin más. Para bien o para mal, hasta en esto somos cristianos« (3).

No existe »una Iglesia de los pobres« contra la de los ricos, sino contra el mal uso de la riqueza; ni una »iglesia popular« contra una »iglesia culta«, porque también el pueblo tiene su cultura.

La iglesia siente también sus »tentaciones divisivas« o »espíritu de división«: negar el hecho sería »angelismo«, pero quedarse en él implicaría una falta muy grande de discreción (4). Estas son las características principales de la experiencia cuyo resultado es el contenido de este Boletín de Espiritualidad.

Hemos agregado un Anexo, un Documento y una Bibliografía.

El Anexo es, como su titulo lo dice, »una experiencia barrial de pastoral de Comunión y Confirmación«: aunque expuesta durante la reunión, fue redactada posteriormente a la misma, y por eso no forma parte del texto. Además, dentro de su brevedad, su descripción es más extensa que la de las otras experiencias pastorales, y está más circunscripta a un barrio determinado.

El Documento es el »Mensaje del arzobispo de Santa Fe en la peregrinación de Nuestra Señora de Guadalupe«. Fue publicado posteriormente a nuestra experiencia – abril de 1974 –, pero expresa la misma esperanza en la »religiosidad« – o »fe« – de nuestro pueblo, y es la expresión de un obispo argentino.

Al incluir este documento en nuestro Boletín de Espiritualidad, le hemos quitado la »introducción« y la »conclusión«, porque se refieren a la misma diócesis de Santa Fe y a su evangelización concreta.

La Bibliografía, finalmente, es selecta, y trata de completar lo dicho – o lo supuesto – en el texto central o relación del resultado de la experiencia. Trataremos tal vez de dar, en otro Boletín de Espiritualidad y continuando con el tema de la religiosidad – o fe – popular, una bibliografía más completa.




Notas:

(1) »En el año 1542, en el mes de enero, yo me partí de España, volviendo a Germania por mandato de Su Santidad, en el cual viaje Dios nuestro Señor me hizo inmensas mercedes ... y la que es mayor de todas, guardándonos de tentaciones divisivas, es decir, del espíritu de división« (Memorial del Bto, Fabro, MFabro: 866, n. 32; y 506, n. 32). Véase más abajo, nota 5.

(2) La »paz«, cuando es verdadera – profunda, total, alegre – es la señal más clara del Espíritu: está en el fondo de toda consolación, »quitándola y pacificándola« – a la persona – en su Creador y Señor (EE [316]). Y la unanimidad lograda en el primer Concilio de Jerusalem de la primitiva Iglesia (Hch 15,22): »decidieron los apóstoles y presbíteros, de acuerdo con toda la Iglesia ...«); o la lograda por los diez primeros jesuitas en su Deliberación comunitaria (MConst. I: 5, n. 4).

(3) Cfr. Documento que publicamos en este mismo Boletín, y que es el »Mensaje del Arzobispo de Santa Fe en la peregrinación a Nuestra Señora de Guadalupe«.

(4) »En el día de san Juan Bautista, dije la misa por algunas necesidades espirituales y contra ciertos fríos de los espíritus malignos, que muchas veces me ponen en tal disposición respecto de algunos de mis prójimos – y a ellos respecto de mí – que no sabemos sufrirnos los unos a los otros ni corregirnos. Y en esto hallé bastante grande devoción y grande esperanza contra las molestias de los demonios; contra las molestias, digo, que son causa de que los hombres unos a otros cierren sus corazones y a veces no se sepa el uno soportar al otro; o, cuando no hay que soportarle, no sepa o no quiera corregirle, sino más bien quiera alejarse de él, agitado de aquel espíritu de división« (Memorial, MFabro: 503, n. 199).









Boletín de espiritualidad Nr. 31, p. 1-3.