Los Ejercicios Espirituales como fuente y cumbre de la actividad jesuita

Miguel Ángel Fiorito sj





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Hemos tomado, como título de nuestro trabajo, una frase del Concilio Vaticano II, que aplicamos -por analogía- a los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola.

En la Constitución conciliar sobre la Sagrada Liturgia (n, 10) se dice que "...la liturgia es la cumbre a la cual tiende toda la afectividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente, de donde mana toda su fuerza".

Pues bien, creemos que lo mismo vale - matatis mutando-de los Ejercicios Espirituales, respecto de toda la actividad apostólica de la Compañía de Jesús: los Ejercicios son la fuente de donde ha brotado la Compañía - su Fórmula, sus Constituciones, los hombres que la forman - y toda su actividad apostólica; y son también, en su actividad apostólica, la cumbre hacia donde debe dirigirse esta actividad, como a su forma suprema.

Veamos, primero, qué entendemos por Ejercicios Espirituales; y luego, en qué sentido se los puede considerar como la fuente y la cumbre de toda la actividad jesuita.

1. Qué son los Ejercicios Espirituales.

Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio están contenidos en un libro, que lleva este título.

San Ignacio, en la Anotación I (EE.1), da de ellos una descripción -o mejor, dos que se compenetran-al decir que son "...todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mental(mente), y de otras espirituales operaciones..."; y al añadir que "...todo modo de preparar y disponer el ánima, para quitar de sí todas las aficiones desordenadas y, después de quitadas, para buscar y hallar la Voluntad divina en la disposición de su vida para la salud de su ánima, son ejercicios espirituales".

Más adelante, en las Anotación 18-20(EE.18-20), dice que hay tres maneras de hacer estos Ejercicios: una manera de Ejercicios leve, según la nota 18 (EE. 18), que tiene a su vez, diversos contenidos y formas, “...según que tienen -los que hacen tales Ejercicios- edad, letras o ingenio...”; otra que en tiempo de S. Ignacio se llamó Ejercicios abiertos (26) -, para él "que estuviere embarazado en cosas públicas o negocios convenientes...", según la Anotación (19) (EE.19); y una última manera en que, según la Anotación 20 (EE.20), se dan "...todos los ejercicios espirituales por la misma orden que proceden", o sea, como están escritos, y "...poco más o menos...en treinta días" (EE.4).

La primera forma de Ejercicios leves, es la ínfima de todas; pero no por eso hay que despreciarla. San Ignacio tiene de ella una experiencia muy positiva, sobre todo al comienzo de su vida apostólica (27); y parece que aún al término de su vida la seguía practicando, cuando tenía ocasión (28). Para hacer estos ejercicios, basta la "buena voluntad" (cfr.Const.649); y ésta parece que se puede suponer en cualquiera que se acerca a un jesuita.

La segunda forma, o ejercicios abiertos, parece que se practicaba en tiempo de San Ignacio (29); y hoy en día se ha vuelto a hablar de esta forma de Ejercicios, llamándolos "en la vida cotidiana".

La tercera forma es la de los ejercicios completos, como están escritos: o sea, en completa soledad, y apartándose de familiares, amigos, y ocupaciones ordinarias (30).

Veremos, a continuación, que sólo bajo esta tercera forma los Ejercicios Espirituales son la Fuente de la Compañía y de toda su actividad apostólica; pero, en cambio, son la cumbre de dicha actividad en cualquiera de sus formas posibles.

2. Los Ejercicios Espirituales fuente de la Compañía de Jesús.

El libro de los Ejercicios Espirituales, que San Ignacio nos deja como aprobados por el Papa Paulo III (31), tiene sus etapas de redacción, estudiadas por otros autores (32); pero sus núcleos fundamentales - y su espíritu, que es más importante que su letra - se originan en Manresa, cuando el Santo los hace y los redacta, de acuerdo con el principio que tiene como escritor de Iglesia (33). Más aún, sí consideramos el núcleo más característico del magisterio ignaciano, tal cual él se contiene en los Ejercicios -nos referimos a las "elecciones"-, podríamos decir que incluso lo saca "...de aquella variedad de espíritu y pensamientos que tenía cuando estaba en Loyola, estando todavía enfermo de una pierna..." (34).

Los Ejercicios, pues, se identifican, en su origen, con la conversión de Ignacio.

Si ahora, pasando por alto los años de estudio de S. Ignacio -Barcelona, Alcalá, Salamanca, París y, finalmente, Venecia-.pasarnos a considerar la historia de la Compañía de Jesús como Orden religiosa, ésta nace, en 1939, si no de la letra, sí del espíritu de los Ejercicios: lo que luego se llamará la Deliberación de los Primeros Padres -en la cual se decide la fundación de la Compañía de Jesús, y el-pedido de aprobación pontificia-, es un modo de elegir, en comunidad y para una comunidad, inspirado en los modos de elegir de los Ejercicios, y que, como los mismos Ejercicios, son un "...modo de preparar y disponer... Para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida..." (35).

La Fórmula del Instituto de la Compañía de Jesús, elaborada durante esta Deliberación, presentada al Romano Pontífice Paulo III, y aprobada por éste como "regla fundamental" de la nueva Compañía de Jesús, nace, pues, sí no de la letra, sí del espíritu de los Ejercicios.

Lo mismo podríamos decir de las Constituciones (36). Sólo diremos aquí que las mismas nacen, según el testimonio explícito de san Ignacio nació al P.Cámara, de la frecuente "confirmación" que el Fundador experimenta mientras las redacta (37); y la "confirmación" es clave-y último tramo- en el sistema de elección que S. Ignacio propone en el Libro de los Ejercicios: por ejemplo, al término de la elección por el "tercer tiempo" (EE.183 y 186) (38).

Ahora bien, si el ser -vivencial y jurídico- de la Compañía nace de los Ejercicios -como lo acabamos de ver en la vida de su Fundador y en las leyes que rigen su obra-, también tiene que tener la misma fuente su actividad apostólica.

Al respecto sólo diremos que los jesuitas comienzan su formación apostólica, en el Noviciado, con la …primera experiencia… haciendo los Ejercicios Espirituales por un mes poco más o menos..."(39) ; y terminan su larga formación apostólica con la "escuela del afecto", centrada en una nueva experiencia de los Ejercicios completos (40). Así se entiende que digamos que los Ejercicios Espirituales son la fuente de toda la actividad del jesuita formado, como lo han sido de toda su formación.

Esta, afirmación se confirma fácilmente en la historia sobre todo de la primitiva Compañía -y también de la antigua, antes de su extinción- : cuando un jesuita llega a una tierra… lo primero que hace es dar los Ejercicios Espirituales del Santo Fundador, para "fundar" así su actividad apostólica ulterior : Broet y Jayo y Laynez, en Italia ; Rodríguez y Javier, en Portugal ; Fabro, en España y Alemania... (41); y, más cerca de nosotros, el P.Berdugo, cuando vuelve a la ciudad de Buenos Aires da por encargo del Obispo Escalada los Ejercicios al clero dé la diócesis (42).

Con verdad se puede decir, pues, que la historia de la actividad apostólica de la Compañía de Jesús en todo el mundo es la historia de la práctica de los Ejercicios Espirituales en todas sus formas.

Creemos que bastan estos pocos rasgos, tomados de la historia de S. Ignacio, de la Compañía de Jesús, y de su actividad en todo el mundo, para fundamentar la primera parte de nuestra afirmación inicial: los Ejercicios Espirituales de San Ignacio son la fuente de la Compañía -la Fórmula, las Constituciones, los hombres que la forman- y de su actividad apostólica.

3. Los Ejercicios Espirituales, cumbre de la actividad jesuita.

Los Ejercicios Espirituales no sólo penetran, con su espíritu ",…todas las...formas del ministerio de la Palabra a las que se dedican los jesuitas..." (43), sino que son la cumbre a la que apuntan todos sus apostolados, sean éstos los de predicación, administración de sacramentos, conversaciones, etc. etc., y también los que realizan en instituciones como colegios y universidades.

Este es tal vez un aspecto que hoy en día hemos olvidado un poco (44); pero que, en el pasado -y sobre todo en la primera Compañía de Jesús- todos tenían muy en el corazón.

San Ignacio, buen conocedor de todo lo que podía hacer un jesuita, no sólo en el apostolado estrictamente espiritual sino también en el ámbito de la misericordia corporal (45), consideraba sin embargo a los Ejercicios Espirituales como “...todo lo mejor que yo en esta vida puedo pensar, sentir y entender, así para el hombre poderse aprovechar a sí mismo, como para poder fructificar, ayudar y aprovechar a otros muchos,” (46).

Ahora bien, en una mente tan arquitectónica como la de S. Ignacio, lo "mejor" es aquello a lo que apunta toda actividad humana, en este caso la apostólica. Por tanto, en todo ministerio de la Compañía de Jesús, el jesuita debe apuntar, como a su término ideal, a llegar a dar los Ejercicios Espirituales en cualquiera de sus formas: la predicación de la Palabra, la administración de los sacramentos, e incluso la enseñanza en los colegios y universidades, deben apuntar a como a su término último, a capacitar y preparar para la práctica de " los Ejercicios Espirituales,

Así se explica que la Fórmula del Instituto, junto con los ministerios conocidos hasta entonces (47), enumere, como ministerio propio y peculiar de la Compañía, el de dar los Ejercicios Espirituales que era una obra enteramente nueva en la Iglesia, si se la considera en la manera original que S. Ignacio tenía para darlos (48).

Por esta concepción de los Ejercicios Espirituales como el ministerio-cumbre del jesuita, se entiende que S. Ignacio haya puesto tanto empeño en su aprobación específica por parte de la Santa Sede: como le dijo a varios de sus compañeros en Roma(49): “...había deseado que Dios le concediese tres beneficios antes de morir : el primero, que el instituto de la Compañía fuese confirmado por la Santa Sede; el segundo, que lo fuesen igualmente los Ejercicios Espirituales ; el tercero, que pudiese escribir las Constituciones”-.

No es poco decir, de los Ejercicios, que su aprobación - como la de la Compañía, y la redacción de las Constituciones - sea considerada, por S. Ignacio, como un beneficio del Señor: San Ignacio decía que, después de recibirlo, ya se podía morir…

4. Conclusión.

La Compañía de Jesús, terminada su Congregación General XXXII, está en un período de renovación de vida y de apostolado: sus “... decretos -recientemente promulgados- son...un válido instrumento... para reforzar nuestra unidad, y para asegurar así un mejor servicio a la Iglesia y a la humanidad..." (50).

En este período de renovación, "...son un máximo valor - como ya lo había dicho la CG.XXXI (51) - los Ejercicios Espirituales de nuestro Santo Fundador, tanto como fuente perenne de aquellos dones interiores de los cuales debe brotar la eficacia para el fin que se nos propone -Const.813- como porque son la expresión viviente del espíritu ignaciano.

Este espíritu ignaciano debe no sólo inspirar nuestro trabajo por los prójimos, sino -también debe ser comunicado en nuestros ministerios.

Esto es lo que queremos decir con el título de nuestro trabajo: los Ejercicios Espirituales son no sólo la fuente de nuestro trabajo apostólico, sino también su cumbre.




Notas:

26. Cfr.MHSI. Mlgn, FI. I, p.708.

27. Cfr. I, IPARRAGUIRRE, Historia de la práctica de los Ejercicios Espirituales (Bilbao-Roma, 1946), vol. I, pp.2-5.

28. Cfr.S.IGNACIO DE LOYOLA, Una predicación sobre la Doctrina cristiana, BOLETIN DE ESPIRITUALIDAD n.36, pp.3-5 y 18-23.

29. Y también en la época inmediatamente posterior a la muerte de S. Ignacio. Cfr. I.IPARRAGUIRRE, Historia de los Ejercicios de S. Ignacio (Bilbao-Roma, 1955), vol.II, p.281.

30. Una peculiaridad de esta forma completa de hacer todos los Ejercicios como están escritos, es hacerlos por etapas. Cfr.M.A.FIORITO, Cómo dar hoy en día los Ejercicios completos, BOLETIN DE ESPIRITUALIDAD n.42, pp.21-25.

31. Con toda intención decimos "...nos deja", porque, a partir de esa aprobación pontificia-concedida por la intervención del Santo Duque de Gandía, Francisco de Borja-, San Ignacio no cambia un ápice en la edición oficial. Cfr. MHSI. MIgn. FM. I, pp.710-711,

32. Cfr. PINARD DE LA BOULLAYE, Les etapes de redaction des exercices (París, 1945). Más cerca de nosotros, J.JIMENEZ, Formación progresiva de los Ejercicios ignacianos, Santiago de Chile, 1969.

33. ",..Las cosas que él observaba en su ánima y las encontraba útiles, les parecía que podrían ser útiles a otros, y así las ponía por escrito". Cfr. Autobiografía n.99.

34. Autobiografía, ibídem.

35. E.E. 1 y 23. Cfr. VARIOS, La vida de comunidad a la luz de documentos ignacianos, Dossier "Deliberatio" (vol.A), CIS, Roma, 1972, pp.61-87.

36. El tema se ha actualizado a partir sobre todo de la CG.XXXI: cfr. Decreto 1, n.2 y Decreto 4, II; pero antes ya se había escrito sobre las relaciones entre los Ejercicios y las Constituciones. Cfr. A. CODINA, Los Ejercicios Espirituales de S. Ignacio y las Constituciones de la Compañía de Jesús, MANRESA, 8 (19.32) ,pp.122-147 y 245-262;C. DALMASES, Las meditaciones del Reino y de las Dos Banderas y la vocación de la Compañía de Jesús según el P.Nadal, MANRESA, 20 (1948), pp.311 - .120.

37. Cfr. Autobiografia nn.99-101.

38. Más aún, cuando en las Constituciones habla S. Ignacio de una elección -o. decisión- de un superior o de un súbdito, no deja al menos de insinuar la búsqueda de la confirmación como última etapa del proceso, previa a la toma de la decisión : por ejemplo, Const.292 . Cfr. M.A.FIORITO, La elección discreta según S. Ignacio, BOLETIN DE ES PIRITUALIDAD n.25, pp.33-40.

39. Cfr. Const.65.

40. Cfr.Const.516.

41. Cfr. I. IPARRAGUIRRE, Ejercicios Espirituales de S. Ignacio (Bilbao-Roma, 1946), pp. 14.

42. Cfr. BRUNO, Historia de la Iglesia en Argentina (1841-1842) (Don Bosco, Buenos Aires, 1975).tomo X, p.259.

43. Cfr.CC.XXXII, Decreto 4, n.48.

44. Cfr. I. IPARRAGUIRRE, Historia de los Ejercicios Espirituales de S. Ignacio (o.c.en nota 41), pp.16-30,

45. Y aún en cualquier profesión u oficio, la. CG.XXXII, Decreto 4 n.78, acaba de decir que "...la práctica de una profesión u oficio, que no conciernen directamente al ministerio presbiteral en sentido estricto..." tiene también -bajo ciertas condiciones, que enumera el mismo Decreto, n.79- posibilidades apostólicas reales para un jesuita Estas condiciones limitan, hasta cierto punto, las declaraciones más amplías de la CG.XXXT, Decreto 23, n.3.

46. Cfr., MHSI. MIgn, Epp. I, p.113 (edición Iparraguirre, BAC, 1963, pp.630-631).

47. Y aun entre los que se podían conocer en el futuro: S.lgnacío termina la larga enumeración de ministerios de la Compañía con una frase general, con la que quiere abarcar aun los ministerios no mencionados, y también los desconocidos en ese momento. Cfr.MHSI MIgn. Const., p. 319 n, 3.

48. La Fórmula menciona los "ejercicios espirituales" con minúscula. Tal vez para que pasaran desapercibidos por los oficiales de la Curia romana, como si fuera un ministerio entre otros, siendo así que S. Ignacio lo entendía en sentido específico, como se ve en Const. 408 y 648-649.

49. Entre ellos, el P.Nadal, quien lo cuenta en el prólogo a la Autobiografía de S.Ignacio. Cfr. MHSI, MIgn. FM. I, p.3S4.

50. Cfr. P .ARRUPE, Carta a toda la Compañía, AR.XVI (1975) ep.S52.

51. Cfr. CG.XXXT, Decreto 4,11.









Boletín de espiritualidad Nr. 45, p. 27-32.


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