Ejercicios en la vida cotidiana

Jorge Seibold sj





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0. PRESENTACION (*)

Dijimos en otra ocasión que "el dar los Ejercicios completos tiene una dificultad...: los Ejercicios completos requieren, según S. Ignacio, poco más o menos...treinta días' (EE.4); y hoy en día es cada vez más difícil poder encontrar una persona que disponga de treinta días seguidos para dedicarlos a hacer Ejercicios" (1).

La misma dificultad se tiene, en ciertos ambientes de trabajo, para salirse de la vida ordinaria, y dedicar unos pocos días a Ejercicios espirituales, aunque no sean de treinta días.

San Ignacio no tuvo en cuenta estos últimos casos, sino solamente los primeros y para ellos escribió la Anotación 19 (EE.19), según la cual se pueden hacer los Ejercicios completos a razón de una o dos meditaciones por día (2).

Hay, sin embargo- y la experiencia que presentamos lo demuestra fehacientemente - personas capaces de verdadera vida espiritual -o sea, capaces de sentir… mociones espirituales...así como consolaciones y desolaciones (y de ser)...agitadas de varios espíritus..." (EE.6)-, y que ni siquiera pueden dedicar algunos pocos días seguidos a Ejercicios, aunque no sean completos o de mes.

Y la razón de no intentar darles los Ejercicios de mes no es la falta de capacidad, sino que no los necesitan: las decisiones que deben tomar no implican una "elección de estado" -para la cual han sido redactados los Ejercicios de mes (cfr.Const.409)- sino que para tomarlas bastan menos días de Ejercicios.

¿Cabe, a tales personas, darles esos pocos días de Ejercicios según la Anotación 19 (EE.19)? Parece que sí; y serán Ejercicios, aunque no completos o de mes, "en la vida cotidiana".

Insistimos -porque lo consideramos importante para nuestro propósito- que no se trata de los Ejercicios que S. Ignacio llamaba "leves", como los de la anotación 18 (EE.18), pensados para personas… de poca capacidad natural, de quienes no se espera mucho fruto" (ibidein): las personas que tenemos en cuenta son capaces, y el fruto que con ellas se logra no es poco - como veremos cuando expongamos la experiencia-.

Lo que sucede es que, o por las ocupaciones familiares o por los trabajos que tienen, no pueden hacer esos días de Ejercicios apartándose "...de todos amigos y conocidos y de toda solicitud terrena" (EE.20).

Son verdaderos Ejercicios -aunque no completos o de mes-, porque en ellos se dan "… varias agitaciones y pensamientos, que los varios espíritus le traen,…" (EE.17); y tienen plena aplicación las reglas de discernir espíritus "... que son más propias de la primera sanana" (EE. 313-327).

De acuerdo con estas reglas de discernir -más por una cierta "connaturalidad", como diría Santo Tomás (cfr. Suma Teológica, II-II cuestión 45, artículo 2, el cuerpo), que por reflexión-, se toman decisiones que tienen importancia para la misma persona o para las que la rodean.

Dijimos más arriba que las personas que hacen estos Ejercicios son capaces, pero quisiéramos que se nos entienda: dicho en pocas palabras, tienen capacidad religiosa, que no siempre implica estudios o medios o universitarios.

Vale de estas personas -a las que se refiere la experiencia que estamos presentando- lo que Paulo VI acaba de decir en Evangelii Nuntiandi N° 48: tienen una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer. (Son)...capaces de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar su fe. (Tienen)... un hondo sentido de los atributos profundos de Dios: la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante. (Poseen)... actitudes interiores que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad...".



Estas son las personas a las que se refiere la experiencia que presentamos.

Y estas personas siempre las ha habido en el pueblo fiel de Dios.

Prueba de ello, la acción pastoral de los jesuitas de los siglos XVII y XVIII, dando Ejercicios; y, durante la extinción de la Compañía, la obra infatigable de María Antonia de la Paz y Figueroa -la llanada "Beata de los Ejercicios"-; y, más cerca de nosotros, la obra del Cura Brochero en las Sierras de Córdoba (3).

En la misma línea se sitúa la experiencia de Ejercicios que vamos a exponer y que, por la razón dicha, denominamos "en la vida cotidiana”, cuya característica más original - no nos cansaremos de repetirlo - es la experiencia, en los ejercitantes, "de consolaciones y desolaciones, y...de discreción de varios espíritus" (EE.176).

Pero dejemos ya la palabra al autor.

1. EN UN BARRIO DEL GRAN BUENOS AIRES.

Es un barrio que, igual que otros del Gran Buenos Aires, se fue formando a partir de la década del 50 en base al esfuerzo de familias trabajadoras en su mayor parte del interior del país: compraron sus lotes en cuotas, hicieron sus casas y, con el correr de los años, se fue conformando un núcleo urbano apreciable, y que hoy rea grupa cerca de 20.000 personas.

El barrio se fue a la vez constituyendo como comunidad cristiana alrededor de la capilla que se levantó con el esfuerzo de la misma gente. Hoy se celebra la misa los domingos, se realiza -a través de laicos- una extensa labor catequística, se celebran bautismos y matrimonios, se dan charlas pre-matrimoniales, etc. etc.

A comienzos de 1975, tuvimos una experiencia "fuerte" personal de Ejercicios, y se nos planteó el problema; ¿por qué no tenerla con gente del barrio? Evidentemente, no pensábamos tener con ellos un mes de Ejercicios; pero, ¿por qué no menos días...? Lo esencial de nuestra experiencia personal no había sido el número de días pasados en ella, sino la vivencia de fe "de consolaciones y desolaciones (y)...de varios espíritus" en nuestro interior (EE.176), que explicaban muchas de nuestras decisiones, unas acertadas -las que eran inspiradas por el "buen espíritu"- y otras desacertadas - las inspiradas por el "mal espíritu".

Nuestra vivencia en Ejercicios de mes había sido de fe una fe que era la misma que los del barrio también habían recibido en el bautismo, y les había sido confirmada en la confirmación, y había ido aumentando a través de tantos sacramentos recibidos en gracia. Si nosotros sí, ¿por qué no ellos también...? (4).

Nos decidimos, pues, en febrero de 1975, a hacer una experiencia de Ejercicios -no completos, por supuesto, sino algunos días- y de acuerdo con la Anotación 19 (EE.19), o sea, unas pocas horas cada día, aprovechando los días de Semana santa.

La experiencia la hicimos dos años: en uno, la asistencia fue de veinticinco personas; y en otro, de alrededor de cincuenta.

2. PREPARACION CE LOS EJERCICIOS.

Se hizo una rápida preparación: durante dos o tres domingos -no había tiempo para más- se explicó, en Misa, qué son los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, y la oportunidad de hacerlos en el mismo barrio, sin abandonar ni las obligaciones de la casa ni mucho menos las del trabajo: sólo había que dedicar a los Ejercicios -durante la Semana Santa- unas pocas horas diarias.

A esta preparación pública se añadió, el primer año de la experiencia, el trabajo privado de invitar, persona por persona, a que participaran en los Ejercicios (cabe consignar que, en el primer año, ninguna de las personas que vinieron habían hecho antes los Ejercicios). En el segundo año, en cambio, no hubo necesidad de esta invitación. En privado: al solo anuncio de los Ejercicios para Semana santa, se anotó para hacerlos la mayor parte de los que los habían hecho el año anterior, además de alrededor de veinticinco personas que nunca los habían hecho.

Importa señalar que los mismos ejercitantes de un año fueron, al año siguiente, los mejores anunciadores de la nueva tanda: ellos mismos se encargaron de la inscripción, y de conquistar nuevos ejercitantes.

A todos los inscritos se les exigía la inscripción por escrito -para comprometerlos más-, y el compromiso de participar activamente y con continuidad durante todos los Ejercicios: no se permitiría venir a una reunión si y a otra no; y la continuidad fue, en ambos años, perfecta, salvo uno que otro caso.

3. PLAN LE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES.

Los Ejercicios se diagramaron de modo que ocuparan aproximadamente una hora y media por día -en horario vespertino de 19 a 20.30 horas-: así las personas que trabajaban podían acostarse temprano y madrugar al día siguiente.

Se desarrollaron en forma ininterrumpida en la capilla, desde el sábado anterior a Ramos hasta el domingo de Resurrección inclusive s en total, nueve días.

El horario de cada día fue el siguiente:

1. Instrucción espiritual (treinta minutos).

2. Lectura espiritual, oración en silencio y oración vocal comunitaria (diez minutos).

3. Consideraciones para la oración personal (veinte minutos).

4. Oración personal (treinta minutos).

5. Bendición e instrucción para el día (final).

Las tres primeras partes tuvieron lugar en el salón contiguo a la capilla, y las dos restantes dentro de la capilla.

La distribución del tiempo, en la práctica, no se tomó rígidamente, acortándose o alargándose cada parte como lo exigía o el tema u otra circunstancia. Eso sí, siempre se trató de no exceder, como máximo, la hora y media u hora cuarenta y cinco.

3.1 La Instrucción espiritual: iba precedida de una breve oración que la ambientara, poniendo al ejercitante en una actitud de paz interior y de disponibilidad a la gracia: "en los...ejercicios espirituales, más conveniente es...que el mismo Creador y Señor se comunique a la su ánima devota… disponiéndola por la vía que mejor podrá servirle en adelante..." (EE.15).

La instrucción versó fundamentalmente sobre los documentos, normativas y prácticas de los Ejercicios (5), es decir, sobre las Anotaciones, sobre los modos de oración y sobre las reglas de discernimiento - o reglas de juego del combate espiritual

El primer día, por ejemplo, se explicó con claridad qué son Ejercicios espirituales (EE. l y 21), qué disposiciones se requieren para hacerlos con fruto (EE.5, 12-13, etc.), quiénes son los verdaderos protagonistas (EE.6-9, 17 etc.), y cuál es la función del director (EE.2); cono se ve, no es sino la explicación de las principales Anotaciones del libro de los Ejercicios.

El segundo día y los siguientes, se comenzó con el tema de la oración, utilizando imágenes como la de entrar en el aposento del corazón (Mt.6, 5-6), o la de San Agustín en las Confesiones (libro X cap.27), o la del Castillo interior de Santa Teresa. Se hicieron durante la Instrucción breves ejercicios, aplicando los modos de orar de San Ignacio, especialmente la Aplicación de sentidos (EE.120-121). La Instrucción no quería ser teórica sino práctica. Se insistió en la importancia de las condiciones previas de quietud y reposo espiritual, a dónde se va y a qué (EE.239).

A partir del miércoles se desarrolló, con ejemplos, la doctrina del discernimiento espiritual: se hizo una traducción, al lenguaje actual, de las reglas "más propias de la primera semana" (EE. 313-327), y se distribuyó a todos luego de su explicación. Se insistió en que los ejercitantes debían percibir por sí mismos la diversidad de "espíritus" -o de estados de ánimo "interiores"; y se aconsejó que cada uno comunicara a quien daba los Ejercicios - personalmente o por escrito - las diversas "nociones" -pensamientos, sentimientos, etc.- (y así lo hizo la mayoría).

Comprendimos por experiencia propia la enorme receptividad que tiene la doctrina espiritual del discernimiento de espíritus en, ambientes como el nuestro, de religiosidad popular (6).

Ayudó a la comprensión de esta doctrina el cuidado que nos tomamos, ejemplificando -como antes dijimos- el contenido de las reglas ignacianas en hechos reales y cotidianos. Usamos también la Autobiografía del autor de los Ejercicios, en la que cuenta sus dificultades espirituales, y cómo las fue superando mediante el discernimiento de los "espíritus" que lo movían (7). Fue notable la resonancia espiritual que su lectura produjo en los ejercitantes: lo notamos no sólo por la atención con que se la siguió, sino también en la cantidad de consultas personales que se nos hicieran, y en la devoción que suscitó respecto del Santo (8).

En los últimos días todavía hubo tiempo para explicar someramente las reglas "...irás para la segunda semana" (EE.328 ss.), pero no se entregó su traducción a un lenguaje más actual; y se leyeron y cementaron algunos trozos de la carta de S. Ignacio a Sor Teresa Reja Dell sobre el discernimiento espiritual (9),

Todo esto da una idea del interés espiritual despertado en un medio trabajador -en el cual era una excepción ser estudiante- por el discernimiento espiritual ignaciano.

3.2 La Lectura espiritual: -con los otros ejercicios de oración en silencio y oración vocal- había sido pensada como un intermedio; pero en la práctica tuvo continuidad con la Instrucción espiritual.

3.3 Las Consideración para la oración personal deben ser consideradas como los clásicos "puntos para la oración", donde se trata de dar el "fundamento verdadero..." de la historia de salvación (10), necesario para la reflexión personal (EE.2).

Tuvimos en cuenta, por una parte, las meditaciones vertebrales de los Ejercicios; y, por la otra, los misterios de la Semana Santa que esos días celebrábamos con toda la Iglesia. El esquema -que se mantuvo en los dos años que lleva la experiencia- fue el siguiente:

Sábado: Cristo, nuestro principio y fundamento.

Domingo: Principio y Fundamento (EE.23).

Lunes: El Pecado (EE.45-71).

Martes: El Reino (EE.91-98).

Miércoles: Las Dos Banderas (EE. 136-147).

Jueves Santo: La Pasión (misterios del Huerto) y, durante el día, los Tres Binarios (EE.149-157).

Viernes Santo: La Pasión (misterio de la Cruz) y, durante el día, las Tres Maneras de Humildad (EE.164-168).

Sábado Santo: La Resurrección.

Domingo Pascual: Contemplación para alcanzar amor (EE.230- 237).

Puede notarse que desde el primer momento se propuso a la consideración de los Ejercitantes la imagen de Cristo, en quien "en estos últimos tiempos (el Padre) nos ha hablado..."(Hb.1, 1-4), "imagen de Dios invisible, primogénito de toda creación...cabeza del cuerpo de la Iglesia..." (Col.1, 15-20 y Ef.1, 3-23); y la oportunidad de seguirlo pasó a paso en sus diversos "misterios" y de un modo especial en los correspondientes al Triduo santo de la Iglesia Universal.

La exposición del tema de la oración se hizo en poco más o menos 20 minutos, según fuere la materia. Se dieron, además, algunas orientaciones para la misma oración, como las que enseña S. Ignacio en sus Adicionen (EE. 73-89) y en otros sitios del libro de Ejercicios (EE.238-260, y passim). Estas orientaciones, escritas brevemente en una hoja de papel, se entregaron a todos antes de que pasaran a la capilla para hacer la oración personal.

3.4 La oración personal se desarrolló según un esquema fijo que incluía estas cuatro partes: 1. Presencia de Dios; 2. Petición; 3. Cuerpo de la oración personal; 4. Final (acción de gracias, coloquios, etc.).

Se trató de simplificar al máximo los razonamientos, para dar más lugar al "sentir y gustar de las cosas internamente" (EE.2).

Así la presencia de Dios -pedida por la Adición tercera (EE. 75)- la indicamos con una breve frase: "Dejarme penetrar por la presencia de Jesucristo". En esta frase intentamos resumir la enseñanza, que habíamos impartido en la Instrucción espiritual, de ir a la oración sin tensiones y dispuestos a estar con el Señor, presente sacramentalmente en la capilla, o recordado mediante una imagen que sensibilizaba su presencia entre nosotros.

La petición de cada hora de oración fue simplificada al máximo en una jaculatoria, que es una forma típica de la piedad popular para expresar sentimientos y anhelos. El primer año, por ejemplo, la petición indicada para el primer día fue Como sigue: "Pedirle a Cristo que en estos días se me dé a conocer, para que conociéndole más profunda y verdaderamente, le de más entrada en mi vida, le aire más y le siga mejor". El segundo año, en cambio, fue una verdadera jaculatoria: "Señor Jesús, que te conozca, que te ame y que te siga". De un modo semejante fueron expresadas las restantes peticiones de los Ejercicios, de acuerdo con la materia de los “misterios” considerados. Los primeros días las peticiones estuvieron dirigidas a Cristo nuestro Señor; pero, a partir de los "misterios" de la Pasión, fueron dirigidas a Dios Padre, tratando de sentir "dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado… pena interna de tanta pena que Cristo pasó por mí (EE.203). Así se introdujo, en la oración, un trato diferenciado con cada Persona divina -y con la Virgen, los Santos- ; y se fomentó la identificación con Cristo, usando las mismas oraciones o peticiones de Cristo a su Padre (salmos, oración del Huerto, etc.).

El cuerpo de la oración se orientó con trazos simples que indicaran al ejercitante, puesto ya en la presencia de Dios, cómo podía "sentir y gustar de las cosas internamente..." (EE.2). A ello ayudaron las imágenes evangélicas (a partir del sexto día se introdujo la "composición de lugar", no como mero gesto inicial, sino como una introducción que nos acompaña durante toda la oración). El "cono si presente me hallase...", de San Ignacio (EE.114 y passim) nos hace protagonistas de la historia de salvación y no meros espectadores de ella.

El final de la oración no podía dejar de tener el mismo sello de comunicación personal, siguiendo las indicaciones de S. Ignacio en sus múltiples "coloquios" (EE.3, 54, 109,199): coloquios con la Virgen, con Cristo, con el Padre...y que siempre terminan con una de esas oraciones que el pueblo fiel siempre ha hecho suyas, como el Avemaría, el Anima Christi el Padrenuestro… El mismo buen resultado tuvieron las "oblaciones" ignacianas del Rey eternal (EE.98) y de la Contemplación para alcanzar amor (EE.234).

La oración personal -cuyas partes fundamentales acabamos de in dicar- siempre se hizo en la capilla durante los primeros días ante el Santísimo Sacramento expuesto, el Jueves Santo ante el Monumento, el Viernes Santo ante la Cruz, el Sábado Santo delante de la Cruz y de una imagen de la Dolorosa, el Domingo de Resurrección ante el Cirio pascual (ya hablamos antes de la importancia que atribuimos a las imágenes).

Se les instó siempre a buscar y elegir la postura corporal que más les ayudara en cada oración, "...andando siempre a buscar lo que quiero" (EE.76), y quedándose en la postura -y en el punto-donde se lo halla.

No hubo necesidad de advertir que "cuando hablábamos vocal o mentalmente con Dios nuestro Señor o con sus santos, se requiere de la parte nuestra mayor reverencia..." (EE.3): así lo hicieron naturalmente los ejercitantes, quedándose de rodillas la mayor parte del tiempo de oración en la capilla.

3.5 Al final de la oración siempre se rezó alguna oración vocal en común, alusiva a la materia de la oración y acompañada de algún canto tradicional; y luego se impartía la Bendición con el Santísimo Sacramento.

La Instrucción pana el día se entregaba escrito en la misma hoja que se les había dado para la oración personal. Esta instrucción pretendía extender el espíritu de los Ejercicios a toda la jomada siguiente: los Ejercicios -por algo se los llama "en la vida cotidiana"- no terminaban en la hora y media en la capilla, sino que se extendían a todo el día, no como "ejercicios" prescritos, sino en su espíritu. Se trató de que los ejercitantes se sintieran "en Ejercicios" cuando estaban en el trabajo, o en el hogar, o en la calle. Se les propuso la repetición devota de jaculatorias, o la repetición de la "oblación" del Reino (EE.98), o de la petición de los Binarios (EE. 156-157) y de las Maneras de Humildad (ÉE. 167-168). Machas de las gracias recibidas en estos Ejercicios -luego veremos sus testimonios- se dieron en este tiempo.

4. TESTIMONIOS DE LOS EJERCITANTES.

Vamos a presentar ahora algunos de los testimonios -escritos y orales- de los ejercitantes. En general, son testimonios de gente humilde, sin ninguna formación teológica especial, pero de fe profunda y de vivencia cristiana, que hacían -como dijimos al principio - por primera vez sus Ejercicios Espirituales de S. Ignacio.

4.1 El primer testimonio es el de una viuda que expresa así textual mente sus experiencias de tres días de Ejercicios, escritas en una hoja de cuaderno (los subrayados serán siempre nuestros):

"Primer día: cuando salí del templo sólo pensé en la petición y (la) repetí tantas veces cuantas cuadras tengo que caminar para ir a casa. Pero cuando había caminado varias cuadras miré hacia abajo y vi tres sombras que yo misma hacía al caminar, y tan pronto como vi esas sombras se me cruzó por la mente que era Dios nuestro Señor, el Señor Jesús, y el Espíritu Santo y seguí diciendo la petición hasta llegar a casa. Luego me acosté y pensé en los Ejercicios y me dije rezaré un rosario en acción de, gracias; y así lo hice".

"Segundo día: seguí las peticiones durante todo el día; también seguí los Ejercicios (en casa) delante di la Cruz por un cuarto de hora, y me sentí tranquila, con menos nervios que de costumbre".

"Tercer día: fue un día de mucha actividad en casa, y con muy poca en lo espiritual. Por más fuerzo que hiciera para dedicarme a los Ejercicios, menos me encontraba en ellos; pero pensé en Satanás y pedí disculpa al Señor por esta falta involuntaria, y recé esta oración a la Virgen; Bendita sea tu pureza, y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión no me dejes Madre mía”.

No se puede menos de reconocer la unción y la piedad religiosa de esta página de vida. En ella pueden descubrirse elementos sugerentes: asociación entre rezo de jaculatorias y cuadras andadas; imagen de las tres sombras, que se asocia con la Trinidad ; sentimiento profundo de acción de gracias y propósito de rezar un rosario; iniciativa de seguir pidiendo durante el día, y un cuarto de hora de oración delante de una cruz, en casa, con el consiguiente sentimiento de tranquilidad y menos nervios que de ordinario; experiencia de sequedad -tercer día- y atribución de la misma a Satanás, con el consiguiente pedido de perdón al Señor, y el rezo de una oración vocal tradicional a la Virgen.

Ha habido, pues, unciones de varios "espíritus”; y entre ellas muy Importante ha sido la experiencia de la Trinidad (11), y la sequedad del "mal espíritu", que trata de "...morder y tristar y poner impedimentos, inquietando… para que no pase adelante... "en los Ejercicios (EE.315).

4.2 El segundo testimonio es el de una mujer casada y con varios hijos. Trascribimos sólo algunos pasajes de la larga relación:

"Al segundo día de Ejercicios llegó a penetrarme la jaculatoria: Señor Jesús, que te conozca, que te amé y que te siga, que no te olvide apegándome a cosas o persona".

Acotemos que esta última referencia -por lo que a continuación dirá- se vincula con un problema que tiene desde hace siete años y por el cual está continuamente pendiente de sus hijos, hasta el punto que debe acompañarlos ida y vuelta de la escuela, y sufre sensiblemente cuando los niños salen solos por cualquier motivo de la casa por temor que les ocurra cualquier desgracia. Veremos cómo, después de esta primera insinuación, el Señor la libera totalmente de este problema.

"El miércoles, debido a la fe que sentía como una fuerza rara se medio por mandar a mi hijo al almacén. Y yo estuve lavando y rezando nuestra petición del día: ‘Señor, que no sea sordo a tu llamamiento, y que esté dispuesta y preparada para cumplir tu voluntad'. Tenía en esos mementos una paz tan extraordinaria que se me dio por mandarle a la nena a hacerme -unas compras que ni necesitaba. Cuando los vi llegar, primero el uno y luego el otro, me dio un impulso y me puse a llorar a la gruta (que vd. me bendijo) sin decir nada, simplemente llorando. Desde ese día los chicos van y vienen solos del colegio, y los mando a hacer compras...".

Pero la tentación no podía faltar: "Al tercer día experimenté un miedo, a ratos terrible, y una inclinación a dejar, todo esto (o sea, los Ejercicios). Se me repitió varias veces durante el día. Hoy tengo todavía ese miedo; pero, fíjese Padre, es un miedo lindo. No sé si me explico. Siento todavía miedo, pero no quiero dejar, esto. Me vino ese miedo porqué en mi propia casa me han encontrado distinta, empezando por mis hijos. Cuando yo estaba en la iglesia haciendo los Ejercicios, ellos comentaban con mi esposo que yo les tenía mucha paciencia, que no La gritaba, etc. Lo mismo había comentado mi esposo que le pasaba a él. Cuando regresé y estábamos cenando, me lo comentaron. Tuve ganas de decirles que con eso no me iban a comprar. Pero simplemente no me vino ganas de hablar, y me sonreí".

‘Así termina este relato, simple y diáfano como la última sonrisa, más elocuente que muchas palabras. Después de haber vencido el desordenado afecto a los hijos –que además la hacía impaciente para con ellos-, le viene el miedo "malo", que la inclina a dejar los Ejercicios. Luego, siente el miedo "bueno" -así expresa la conciencia de haber cambiado "de bien en mejor..." (EE.315}-, que la decide a no dejar los Ejercicios.

4.3 Por último, un testimonio global de todos los frutos obtenidos en estos Ejercicios. Dice así: "Estos Ejercicios me han hecho ver muchas cosas que en mí estaban dormidas, o que no las practicaba, o no las brindaba a los demás. Por ejemplo: 1. El fin de mi vida: lo conozco. Si, lo conozco y deseo ser solamente de Dios. 2. Amo a Cristo con toda mi alma. Lo sigo en todo, aunque sienta barreras a mis pasos. Vivía rechazando a mi prójimo. Dios me hizo ver que eso no estaba bien, que si yo me siento hija de Dios, hermana de Cristo, tengo que aceptar, a mis hermanos en la tierra como son, sin sus defectos o con sus muchos defectos. Odiaba a mis enemigos. Ahora, con la ayuda de Dios mi Padre pido perdón para mí y para ellos. 3. Me gusta ayudar a todo el que esté a mi alcance, al necesitado... Cuántas veces estuve tentada de tirar todo al diablo... Pero hay algo que me atrae con más fuerza. 4. ¡El pecado! Cuántas veces el deseo está en mí. Cuántas veces pensé que eso no estaba bien. Muchísimas veces llegaron y llegan tentaciones. Pero me aferró con todo fervor a Dios, y pido ayuda de su parte, y con mis rezo entro en tranquilidad, en una paz que favorece mi corazón. En mis oraciones siento que vuelvo a ser hija de Dios y que estoy salvada. Me dejo penetrar por Cristo. Su presencia está en mí día y noche. 5. La imagen del mal caudillo penetró en mí. Quiso sacarme del buen camino. ¡Ah, pero no! La bandera de Cristo triunfó en mí. Hubo redes y cadenas para apartarme de Él, pero yo estoy con Cristo para siempre. 6. El me pide un sacrificio. Yo, como buena cristiana, lo sigo. Cuántas veces pasé por pruebas dolorosas, amargas. Lanzas que atravesaron mi corazón por problemas de mi matrimonio. Cuantas veces pedí al Señor que alejara de mí este cáliz, pero que no se hiciera mi voluntad sino la suya. Agradezco a Dios todo lo que ha hecho por mí en los años de vida que llevo sobre la tierra. Le agradezco el haberme hecho nacer en un hogar humilde, de padres creyentes en Dios, en una casa donde uno tenía nada que lo necesario para ponerse, y alimento no en abundancia pana nuestro cuerpo. Doy gracias a Dios por mi hijo que se encuentran en presencia de Él. Por no permitirme ser avara, por no tener tentaciones de avaricia que no me permitan dar a los demás. Por eso ruego y pido a Dios por todo esto que he ganado en estos Ejercicios. Doy gracias por los amigos o hermanos que he ganado en ellos. Estoy dispuesta a dejar todo si El, mi Señor, así me lo pide. A veces estoy como en un letargo que me deja estar sin oraciones, pero jamás sin la presencia de Dios. Jesús, déjame que te conozca, que te amé, y que te siga".

Este solo testimonio corrobora una vez más todo lo que hemos dicho. Muestra al vivo la fe, la lucha interior de una madre de nuestro pueblo fiel, nacida en un hogar humilde y cristiano, y que lleva como un tesoro la herencia cristiana que ha recibido. El crecimiento de esta persona en Ejercicios está en el orden de las relaciones fraternas con los demás, y a la vez con Dios nuestro Señor: ha pasado, del odio a sus enemigos, al amor desinteresado por todos los necesitados; y siente al Señor siempre presente, aunque a veces ni siquiera puede orar vocalmente. Sus rezos le dan tranquilidad y paz; y da gracias a Dios por los amigos y hermanos que ha ganado en estos Ejercicios.

5. CONCLUSION.

San Ignacio confesó una vez que los Ejercicios Espirituales eran "lo mejor que...en esta vida puedo pensar, sentir y entender, a sí para el hombre aprovecharse a sí mismo como para poder ayudar y aprovechar a otros muchos..." (12).

Dejaba así expresada la importancia de los Ejercicios con medio pastoral…

Dijo también que sus Ejercicios Espirituales eran "... un arma (que) se ve que Dios nuestro Señor la hace tan eficaz para su servició" (Const.408)”.

Indicó muchos modos de usar pastoralmente de ellos; fundamentalmente tres, en tres Anotaciones de los mismos Ejercicios, o sea, en forma leve, en forma completa pero en la vida cotidiana, y finalmente en la misma forma completa pero en la soledad; pero la misma experiencia fue mostrando muchas otras maneras de dar los Ejercicios, según fuera la disposición natural de las personas, su deseo de progresar, el tiempo de que disponían, etc. etc.

La experiencia que acabamos de narrar someramente, basándonos sobre todo en las relaciones de los mismos ejercitantes -escritas u orales-, algunas de las cuales hemos podido comunicar, lo comprueban una vez más y quien no nos crea, que haga la prueba y se convencerá.




Notas:

(*) La presentación de este trabajo - y la redacción de las notas al pie del texto, que van todas al final del mismo - ha sido escrita por M.A.Fiorito S.I.

(1) Cfr. M. A. FIORITO, Cómo dar hoy en día los Ejercicios completo, BOLETIN DE ESPIRITUALIDAD n. 42, p. 21.

(2) Ibídem, p.25. Cfr. G.CUSSON, Los Ejercicios en la vida cotidiana, ESTUDIO/ORACION/ACCIQN (suplemento del BOLETIN DE ESPIRITUALIDAD) n.21.

(3) Cfr. CURA BROCHERO, Las Dos Banderas, BOLETIN DE ESPIRITUALIDAD, n.44, pp.1-4, 7-23.

(4) La CG.XXXII de la Compañía de Jesús acaba de decir que el espíritu de los Ejercicios "debe penetrar todas las otras formas del ministerio de la Palabra a las que se dedican los jesuitas" (Decreto 4, n.58). ¿Era demasiado esperar lo misma de nuestras predicaciones dominicales? "No hay divorcio -no tiene por qué haberlo- entre teología y vida; o sea, entre la teología que alimenta la vida del mismo que predica, y la teología que se predica al pueblo de Dios " (cfr. S.IGNACIO EE LOYOLA, Una predicación sobre la doctrina cristiana, BOLETIN de ESPIRITUALIDAD n.36, pp.2-5, 9-23).

(5) Sobre esta clasificación de los documentos (normativos, temáticos y prácticos), cfr. M.A.FIORITO, Apuntes para una teología del discernimiento de espíritus, CIENCIA Y FE, XIX (1963), pp.97-121.

(6) Acerca de la captación, por el pueblo fiel, de los "signos de Dios en nuestro tiempo", cfr. M.A.FIORITO y D.GIL, Signos de los tiempos, signos de Dios, STROMATA, XXXII (1976), pp.65-72.

(7) Nos referimos sobre todo al período de Manresa, Autobiografía, nn.19 ss. (cap.III).

(8) Al día siguiente uno de nuestros ejercitantes se había conseguido una vida de S. Ignacio; y otro encontró unas "letanías" que nos eran desconocidas, y que desde ese memento recitamos en común todos los días.

(9) Edición Iparraguirre (BAC, Madrid, 1963), Carta n.5, pp.623-630.

(10) La frase ignaciana -"fundamento verdadero de la historia"-, de origen medieval, significa el mismo texto de la Escritura, sin ninguna interpretación (espiritual, alegórica, etc.). Indica el respeto de S. Ignacio por la Palabra de Dios (cfr.EE.261).

(11) La experiencia de las tres siembras nos recuerda -salvada la distancia entre una experiencia mística y una ordinaria- a la de S. Ignacio en Manresa, cuando éste "...estando un día rezando...se le empezó a elevar el entendimiento, como que veía la Santísima Trinidad en figura de tres teclas..." (Autobiografía, n.28).

(12) Cfr.MHSI. MIgn. Epp.I, pp.111-113 (edición Iparraguirre - BAC, Madrid, 1963 carta 7, pp.630-631).









Boletín de espiritualidad Nr. 47, p. 1-13.


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