Directorio de Ejercicios desde América Latina (capítulo 3ro.: El que da los Ejercicios)





El II Encuentro Latinoamericano de Centros de Espiritualidad Ignaciana, reunido en Bogotá en Agosto de 198 ubicado dentro de la preparación remota para el "Año ignaciano" (1990-1991), decidió contribuir a su celebración con la elaboración de un DIRECTORIO DE EJERCICIOS PARA AMERICA LATINA La tarea tomó tres años y culminó en el III Encuentro de Agosto de 1990 en Bogotá, sin pretensión de considerarla definitivamente clausurada.

Una amplia consulta a los jesuitas latinoamericanos que se ocupan de los Ejercicios, encargada a los Centros de Espiritualidad', de las diversas Provincias jesuíticas, decidió contribuir a la elaboración de un proyecto titulado HACIA UN DIRECTORIO DE EJERCICIOS DESDE AMERICA LATINA, fechado en Setiembre de 1989. Dicho proyecto fue remitido a los Centros de Espiritualidad y a través de ellos a otras muchas personas en los distintos países para que enviaran correcciones y ampliaciones que juzgaran convenientes, con base en la experiencia que a partir de él iban realizando. Tanto el texto del proyecto como, las ampliaciones y correcciones recibidas sirvieron de base al trabajo realizado por el III Encuentro Latinoamericano de Centros de Espiritualidad (Bogotá, Agosto 1990), convocado fundamentalmente para la revisión y aprobación oficial del Directorio.

Este es el origen del DIRECTORIO DE EJERCICIOS DESDE AMERICA LATINA, cuyo capítulo 3ro. -El que da los Ejercicios en América Latina- ahora publicamos.



Una vez vista la situación de América Latina en la que damos los Ejercicios (capítulo 1ro.) y las circunstancias en que éstos nacieron y se desarrollaron (capítulo 7 2do.), pasamos a describir el perfil específico del Acompañante latinoamericano: hombre-mujer, religioso-religiosa, laico-laica.

1. La formación fundamental

Para comprometerse en un acompañamiento de los Ejercicios sólo estaré adecuadamente preparado quien haya tenido una experiencia humana y teológica del lugar social de los pobres, esto es, quien habiendo captado su clamor en nuestro continente latinoamericano, haya hecho una opción por los pobres y la justicia.

Es necesario que haya tenido una auténtica experiencia de los Ejercicios, es decir, que en ellos haya vivenciado el discernimiento espiritual, mediante un acompañamiento adecuado. En este punto es conveniente advertir que muchas veces se han dado los Ejercicios como un cuerpo doctrinal sólido y coherente, pero sin llevar necesariamente" al Ejercitante a la confrontación consigo mismo, en el terreno de la diversidad y aun agitación de sus movimientos interiores.

Este último tipo de experiencia puede ser-más bien un obstáculo para la comprensión del proceso ignaciano de discernimiento y, por eso, para llegar a convertirse en un buen Acompañante. A esta deformación de los Ejercicios en la que se da prioridad al contenido doctrinal, dejando en sordina el discernimiento- hoy en día se la designa con el nombre de "literalismo".

Otro peligro que suele presentarse en esta misma línea es el de creer que el Acompañante debe estar muy bien y "científicamente" preparado en una o en varias de las ciencias aledañas a los Ejercicios: teología, moral, antropología, filosofía... y sobre todo en exégesis bíblica, con toda la complejidad que actualmente comporta esta ciencia. Es evidente que cuanto más se sepa, mayores y mejores posibilidades de acompañamiento habrá. Pero bastaría con una preparación vivencial y suficientemente seria en elementos claves de estas ciencias. Más todavía, con una formación catequética que posibilite el conocimiento de las realidades fundamentales de la fe puede bastar, con tal que se tenga el tacto suficiente como para saber introducir al acompañado en la dinámica de los movimientos interiores. La especialización misma en estas ciencias que de incluso inducir más fácilmente a la deformación del "literalismo".

Es importante destacar lo dicho porque muchos laicos, que han hecho la experiencia ignaciana correcta del discernimiento, han llegado a ser unos excelentes Acompañantes de Ejercicios, sin necesidad de tener una mayor prepa ración teológica.

2. Actitudes personales

El que da los Ejercicios Espirituales debe tener unas actitudes personales que están bien descritas en las "Anotaciones" (EE.1-17). De ahí la importancia de que el Acompañante, además de la experiencia básica, recuerde y profundice constantemente en las recomendaciones que allí hace Ignacio. Entre estas actitudes, determinadas también en los Directorios clásicos y ya reconocidas por la experiencia, sobresalen:

+ Discreción y moderación en la exposición de la materia de los Ejercicios, evitando disertaciones largas y eruditas (EE.2);

+ Explicar convenientemente las "Anotaciones" y "Adiciones" de los Ejercicios en la medida que se va sintiendo la necesidad;

+ Capacidad de observación de los estados de ánimo del Ejercitante, de las variaciones de sus movimientos interiores, de su contexto socio-cultural, así como capacidad de interpretarlos (EE.6-10, 14, 17);

+ Respeto al que hace los Ejercicios, cuidándose mucho de cualquier tipo de "manipulación", bien sea de los estados de ánimo del Ejercitante (EE.15-16) , o de una "manipulación" ideológica del proceso mismo de los Ejercicios, muchas veces hecha sutil o inconscientemente. El Acompañante deberá tener muy presente que se trata siempre de un encuentro de dos voluntades, la de Dios y la del Ejercitante, y que por tanto deberá respetar en sumo grado ese momento decisivo de entrada de la acción de Dios en la historia por medio de la libre aceptación de su voluntad por parte del Ejercitante (EE.15);

+ Capacidad de diálogo (EE.22), que implica un comprometerse de tal modo con el Ejercitante que el Acompañante se solidarice con todo su proceso, por una parte compartiéndolo, y por otra orientándolo a partir de su propia experiencia. De este diálogo entre Ejercitante y Acompañante resalta la actitud de saber buscar juntos: el Acompañante se torna así aprendiz humilde ante el Ejercitante. Esto significa que el primero tiene que descubrir cómo Dios se comunica personalmente a quien hace los Ejercicios. En esta búsqueda humilde el Acompañante no sólo da sino que también recibe;

+ Capacidad para saber ubicar la situación subjetiva y los condicionamientos sociales en los que se encuentra el que hace los Ejercicios a fin de poder ayudarle a progresar en su situación concreta (EE. 10 y 14) flexibilidad en la manera de dar los Ejercicios, acomodándolos a las condiciones culturales y personales específicas, con el fin de que, quien los recibe, los pueda "descansadamente llevar y aprovecharse" (EE.13).

3. Cualidades personales

La cualidad fundamental para poder acompañar el proceso de los Ejercicios es el ser una persona de fe y con profundo espíritu de oración.

Asimismo es fundamental que el Acompañante de Ejercicios en América Latina tenga una sensibilidad despierta para las diferencias hirientes que se viven en el continente y una suficiente asimilación de la problemática social, política y cultural. Más que una posición intelectual, esto implica una capacidad de compadecerse (1), una actitud del corazón.

Una cualidad básica que debe tener el Acompañante es que posea cierta penetración psicológica -o por con naturalidad o adquirida por experiencia- y, sobre todo, el don de discernimiento (2).

Seguiría una paciencia notable en saber escuchar y dialogar, respetando el ritmo y las condiciones partículares del Ejercitante, pues el proceso iniciado de diálogo con Dios puede pasar por unos vericuetos, la mayoría de las veces desconcertantes y nuevos para el Acompañante, aunque se conserven dentro de la dirección señalada por las gracias generales que se expresan en las peticiones de cada ejercicio. Asimismo, el que da los Ejercicios debe poseer un conocimiento experiencial y teórico de la estructura de los Ejercicios así como de la Escritura.

También debe tener un conocimiento y práctica de diversos modos de oración.

4. Formación específica para América Latina

Conviene destacar ahora la formación específica que deberá tener el Acompañante de Ejercicios en América Latina y en el Tercer Mundo en general.

Lo primero que ha de lograr es un conocimiento de la realidad de América Latina, lo más experiencial que le sea posible por la inserción que vive o ha vivido en medios populares; y, a falta de ésta, un conocimiento crítico adquirido con los recursos que hoy dan las ciencias socia - les más serias y acreditadas.

También es necesario poseer una profunda encarnación en la cultura e historia del pueblo latinoamericano. Así como una captación de la sabiduría popular y de la espiritualidad que acompaña a los procesos populares, cosas ambas que, a su vez, influyen en el proceso del Ejercitante.

A esto debe añadir un buen dominio de los documentos claves de la Iglesia latinoamericana, Medellín, y Puebla, futuro documento de Santo Domingo, junto con la enseñanza Social de la Iglesia. No se puede ser un buen Acompañante si falta ese conocimiento suficiente y crítico de la realidad mundial y latinoamericana.

Debe tenerse muy en cuenta que de este conocimiento crítico de la realidad social no se espera simplemente una "actualización" coyuntural de puro barniz, sino que sea tan sólido y lúcido que ayude a descubrir los "afectos desordenados" que subyacen en las conciencias por efecto de las ideologías, estereotipos, prejuicios... de los grupos sociales.

Por supuesto, el ideal es que, además de la formación teórica, tenga la experiencia vivencial de contacto con los grupos de base del pueblo trabajador sencillo. Y cuanta mayor destreza posea en este aspecto, mejor será para su capacidad de ayudar a descubrir a sus Ejercitantes los llamados históricos que la voluntad de Dios les hace, teniendo siempre presente que tal dimensión es esencial al espíritu de los Ejercicios.

5. Según el tipo de Ejercicios

Esta es otra dimensión por tener en cuenta para valorar las cualidades y preparaciones que deberá poseer el Acompañante.Más adelante trataremos las modalidades de dar los Ejercicios (cfr. capítulo 5). Pero cada modalidad pide una preparación particular. Puede darse el caso de que un Acompañante sea apto para dar la Primera Semana, pero no el mes completo. También habrá Acompañantes que tengan capacidad para guiar los Ejercicios en retiro, pero no para hacer otro tanto en los de la vida corriente. Y en este punto se deberla tomar conciencia, por parte de cada Acompañante, de sus cualidades y preparación, para no hacer a Captaciones que desvirtúen la fuerza de los Ejercicios. La fuente de esta libertad y flexibilidad para hacer las adaptaciones del caso es la experiencia del mismo proceso completo de los Ejercicios.

6. Según el tipo de ejercitantes

Los tipos de Ejercitantes pueden ser muy diversos. Su diversidad puede provenir, en primer lugar, de la experiencia de fe: creyentes que desean decidir su vocación o profundizar su compromiso, o con crisis de fe, bautizados de otras confesiones cristianas, etc. Se plantea como un reto de creatividad^ o imaginación el saber utilizar los elementos de los Ejercicios en estos y otros tipos de experiencias.

La variedad se origina también según el tipo de cultura y de pertenencia social. Habrá Ejercitantes de sectores populares, de clase media... con una experiencia de cultura popular, de formación académica, analfabetos...Es evidente que cada tipo de Ejercitante, pedirá unos acentos particulares que el Acompañante tendrá que saber ubicar oportunamente. En otras palabras, el Acompañan te deberá ser un hombre de capacidad de adaptación.

Los Ejercicios Espirituales a laicos piden una sensibilidad especial al Acompañante para que sea capaz de respetar todas las características de inserción en la sociedad, propias del laico: familiares, políticas, profesiones, sociales...

7. El discernimiento del acompañante

También el Acompañante se sentirá muchas veces agitado por diversos movimientos interiores, a medida que su Ejercitante es sacudido por las consolaciones y desolaciones. Por eso deberá ir haciendo su propio discernimiento sobre sí mismo para ver si en un determinado momento necesita tomar una u otra actitud ante el Ejercitante, o darle una materia u otra..., sin dejarse llevar por el afán de "manipularlo", no respetando su ritmo o no aceptando su personalidad. Pues el ritmo y la personalidad del Ejercitante son, para el Acompañante, una muestra de la voluntad de Dios, que el mismo Acompañante debe tomar en cuenta.

Todo lo cual viene a ser como el reflejo del Ejercitante sobre el Acompañante que así es obligado a practicar su propio discernimiento, en el mismo acto de estar iniciando a su Ejercitante.

Mucho ayudaría al Acompañante poder contar con otra persona experimentada para objetivarse en cuanto a su modo de ayudar a otros en Ejercicios. En particular, debe ser materia de discernimiento la calidad y el estilo de la misma relación Ejercitante-Acompañante, asegurando a la vez una empatía básica y una autonomía adecuada por parte de ambos.

8. Los acompañantes en grupo

Según las modalidades de dar Ejercicios que daremos más adelante, existe la posibilidad de que un grupo más o menos grande de Ejercitantes sea guiado por varios Acompañantes. Cada Acompañante se haría cargo entonces de un sub-grupo del mismo.

Las evaluaciones del equipo de Acompañantes tienen muchas ventajas. Además de poder orar juntos por la profundidad de la experiencia y para disponerse al Espíritu, el intercambio de experiencias personales entre Acompañantes en un clima de diálogo y confianza, no solamente enriquece a los integrantes del grupo, sino que también les ayuda a reconocer los movimientos interiores que se producen en ellos mientras ejercen esta función de acompañamiento. El encuentro se convierte, además, en un momento propicio para consultar con personas más experimentadas en el arte de acompañar. Cabe recalcar que la temática de estos, intercambios es la experiencia del Acompañante y en ningún caso los asuntos personales del Ejercitante.

Otra de las ventajas de esta modalidad es que, a pesar de la diversidad de las experiencias individuales, nacida de la personalidad de cada uno, se puede percibir que hay un común denominador para los Acompañantes: la especificidad ignaciana de dicha experiencia.





Notas de la Redacción del BOLETÍN DE ESPIRITUALIDAD de la Argentina al Directorio de Ejercicios desde América Latina:

(1) Sobre esta "capacidad de compadecerse" por "las diferencias hirientes que se viven en el continente", cfr. A. Nolan O.P., El servicio de los pobres, en Boletín de Espiritualidad 110 (marzo-abril 1988), p. 7-3.

(2) Cfr. M. A. Fiorito sj, Discerniento y lucha espiritual (edición del autor), p. 14 : "El discernimiento es tradicionalmente el de los espíritus; y se realiza aplicando las Reglas de discernir. "La discreción, en cambio, es un término más general que abarca también el 'discernimiento' que no se hace por aplicación de las Reglas de discernir, sino -por ejemplo- 'por connaturalidad'. Pero, ¿qué queremos indicar con este último término (connaturalidad)?

"Vale de la discreción lo que Santo Tomás dice de la sabiduría; 'el tener juicio acerca de las cosas divinas por investigación de la razón pertenece a la sabiduría que es virtud intelectual; pero tener juicio recto de ella según cierta connaturalidad con las mismas, pertenece a la sabiduría en cuanto es don del Espíritu (Suma Teológicai> lI, q.45, art.2, in c. y lugares paralelos).

"Por tanto, también hay dos maneras de discreción: una, que es 'virtud intelectual', que se realiza por la aplicación de las Reglas de discernir; y otra, que es 'don (o carisma) del Espíritu', y que procede 'según cierta connaturalidad'...".

Hay, pues, dos maneras de adquirir el discernimiento -tan necesario, como dice este Directorio, para ser Acompañante y dar los Ejercicios una "por experiencia", "adquirida" mediante la práctica dé las Reglas de discernir ignacianas; y otra, "por connaturalidad", como "don del Espíritu".

En ambos casos, se trata, sin embargo, de un "don del Espíritu" que, en un caso, es e! de la "ciencia"; y, en el otro, el de la "sabiduría". Ambos "dones" -aunque difieren- tienen algo en común: el discernimiento de espíritus que pertenece a ambos dones; pero la sabiduría lo tiene por gusto -como dijimos más arriba, por connaturalidad-; y la ciencia lo tiene por conocimiento -como dijimos más arriba, por aplicación de las Reglas de discernir-" (ibidem, p.20, nota 8).









Boletín de espiritualidad Nr. 132, p. 1-8.


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