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  • Agustín de Hipona

    Comentario acerca de algunas cuestiones extraídas de la carta a los Romanos



    Capítulo 6

    32. [Rm 6,1-2] ¿Qué diremos, pues? ¿permaneceremos en pecado para que abunde la gracia? De ninguna manera. Los que hemos muerto al pecado. ¿como viviremos en él? Demuestra con esto que respecto a los pecados pasados ya se ha obrado el perdón y que en esto la gracia ha sobreabundado, justamente en el hecho de que los pecados pasados han sido perdonados.
    Por lo tanto, quien aún busca un crecimiento del pecado para poder experimentar un crecimiento de la gracia, no comprende que se comporta de manera que hace imposible a la gracia obrar algo en él. Pues es obra de la gracia hacernos morir al pecado.

    33-34. [Rm 6,6-8] La frase: Sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con él para que fuese anulado el cuerpo del pecado, se refiere a aquello que se dijo por medio de Moisés: Maldito quien penderá del madero [Dt 21,23].
    Pues la crucifixión del hombre viejo ha sido preanunciada en la cruz del Señor, así como la renovación del hombre nuevo ha sido preanunciada en la resurrección.
    Es evidente que obramos según aquel hombre viejo que ha sido maldito: a causa de él ninguno duda de que se haya podido hablar de pecado también a propósito del Señor, ya que él ha cargado nuestros pecados, se hizo pecado por nosotros, y mediante el pecado ha condenado el pecado.
    ¿Que significa “destruir el cuerpo del pecado”? Lo explica el mismo Pablo: para que ya no seamos siervos del pecado. Y la expresión: Si hemos muerto con Cristo, significa que hemos sido crucificados con Cristo.
    En efecto, dice en otro pasaje: Los que son de Cristo Jesús han crucificado la propia carne con los vicios y las concupiscencias [Gal 3,24]. Por tanto, Moisés no ha maldecido al Señor, sino que profetizó lo que representaba su crucifixión.

    35. [Rm 6,14] La expresión: El pecado no tendrá dominio sobre vosotros, ya que no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia, se refiere ciertamente al tercer grado, donde el hombre por la mente ya sirve a la ley de Dios, aunque con la carne sirva a la ley del pecado. Pues no obedece al deseo del pecado, aunque las concupiscencias lo soliciten y lo inciten a consentir, hasta tanto el cuerpo sea vivificado y la muerte absorbida en la victoria.
    Por tanto, ya que no consentimos con los deseos perversos, estamos en la gracia y el pecado no reina en nuestro cuerpo mortal; sin duda a partir de la expresión: Nosotros que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos en él? [Rm 6,2], el apóstol describe a aquel que se encuentra bajo la gracia. Aquel sobre el cual el pecado tiene el dominio, por cuanto quiera oponérsele, está todavía bajo la ley, todavía no bajo la gracia.