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  • Agustín de Hipona

    el pecado original



    1. Teología de la muerte

    1. El Señor podría haber hecho a los creyentes la gracia de no experimentar esta muerte corporal; con haberlo hecho, hubiera aumentado, sin duda, nuestra felicidad temporal, con detrimento del vigor de la fe. Porque de tal manera temen los hombres esta muerte, que sólo por eso proclamarían felices a todos los cristianos, por ser inmortales. Entonces no se abrazaría la gracia de Cristo por el amor de la dichosa vida que habrá después de la muerte,... se creería en Cristo por una razón de molicie, para evitar los trabajos de la muerte (De los méritos y el perdón de los pecados 2,31,50).

    2. Cuanto perdieron los cuerpos en vida o en el sepulcro después de la muerte les será restituido, y junto con todo ello lo que quedó en el sepulcro resucitará trocado de la vetustez del cuerpo animal en la novedad del cuerpo espiritual, y todo revestido de incorrupción e inmortalidad... Así pues, estará sometida al espíritu la carne espiritual, pero al fin carne, no espíritu (De civitate Dei 22,21).

    2. Teología de la concupiscencia

    3. [...] que la concupiscencia carnal, por la cual la carne codicia contra el espíritu, es una enfermedad innata en nosotros desde la naturaleza viciada con el primer hombre; pero quieren que exista una sustancia contraria que está tan adherida a nosotros que, cuando somos liberados o purgados, se separa de nosotros, y ella misma vive también inmortal en su propia naturaleza. Que estas dos almas o dos mentes, una buena y otra mala, luchan entre sí en cada hombre, cuando la carne codicia contra el espíritu y el espíritu contra la carne.” (De haeresibus 46).

    4. Son imitadores de Adán todos los que por desobediencia transgreden los mandamientos de Dios; pero una cosa es la fuerza del ejemplo para los que pecan por su voluntad propia y otra la consecuencia original para los que nacen con pecado. Pues también imitan a Cristo sus santos... pero además de esta imitación, la gracia de Cristo produce la iluminación y la justificación en lo íntimo del alma [...] Así como Cristo, en quien todos somos vivificados, además de darse a sí mismo como ejemplo de imitación, infunde también en los fieles la secretísima gracia de su espíritu... así Adán, en quien todos mueren, no sólo dio ejemplo de imitación a los transgresores voluntarios de los preceptos del Señor, sino además contagió con la oculta gangrena de su concupiscencia carnal a todos los que nacen de su estirpe (De los méritos y el perdón de los pecados 1,9,10).

    3. Teología de la redención

    5. [...] la Iglesia, a la que ha sido confiada la misión de vigilar contra las novedades profanas, sostiene que todo hombre está separado de Dios si no se reconcilia con Él por medio de Cristo, y que la separación es originada por el impedimento de los pecados. No hay, pues, reconciliación sin el perdón de los pecados, por la sola gracia del misericordiosísimo Salvador, por la única víctima del verdaderísimo Sacerdote [...] (De los méritos y el perdón de los pecados 1,28,56).

    6. ¿Por qué los pelagianos han de tergiversar las cosas? Si todos teníamos necesidad de reconciliación por Cristo, a todos pasó el pecado, que nos hizo enemigos, de tal manera que teníamos necesidad de reconciliación [...] Porque así como uno fue la razón de la muerte a causa del pecado, así uno es razón de la vida por la justicia. ‘Porque como en Adán mueren todos, así también en Cristo serán todos vivificados’ (Rm 5,22). ‘Y así como por el delito de uno solo para todos los hombres todo remata en condenación, así también por el acto de justifica de uno solo para todos los hombres todo acaba en justificación de vida’(Rm 5,18). ¿Quién se ha hecho sordo a estas palabras del apóstol con tanta obstinación... que, luego de oírlas, porfíe que de Adán ha pasado a nosotros la muerte sin pecado? ¿Quién sino los adversarios de la gracia, enemigos de la cruz de Cristo? (Contra 2 epistolas pelagianorum 4,4,8).

    7. A esta dispensación de Cristo (se refiere a la asunción de la forma de siervo y a la obediencia hasta la muerte), que es obra de su humildad, no pueden pertenecer los que no tienen necesidad de vida, de salvación, de libertad, de redención, de luz (De los méritos y el perdón de los pecados 1,26,39).

    8. En el primer libro... he tratado con amplitud... del bautismo que se administra a los niños, no sólo para que entren en el Reino de Dios, sino también consigan la vida y la salvación eterna, que nadie puede poseer fuera del reino de Dios y de la gracia de la unión con Cristo [...] (De los méritos y el perdón de los pecados 2,1,1).

    4. Teología del bautismo de los niños

    9. Aunque no puedo refutar sus argumentos, veo, sin embargo, la necesidad de adherirse a las verdades que muy claramente nos enseña la Sagrada Escritura, para iluminar por ellas otros puntos más opacos. [...] Ahora bien, ¿hay algo más explícito que los muchos oráculos divinos, de donde se desprende claramente que, fuera de la incorporación a Cristo ningún hombre puede llegar a la vida y salvación eterna, y que nadie puede ser condenado injustamente... es decir, que nadie puede ser separado de aquella vida y salvación eterna? De donde brota esta consecuencia: siendo el efecto del bautismo de los niños la incorporación a la Iglesia o la unión con Cristo y sus miembros, es manifiesto que, si no reciben este sacramento, gravita sobre ellos la sentencia condenatoria. Pero no podrían ser condenados si fueran inocentes. Entonces, como en aquella edad no pueden ser responsables de pecados personales, forzosamente hay que deducir o creer que los niños contraen el pecado original (De los méritos y el perdón de los pecados 3,4,7).

    10. ¿Dónde ponemos a los niños bautizados, sino en el número de los fieles? Luego, están entre los que han creído; esta ganancia les viene de la virtud del sacramento y de las palabras de los padrinos. [...] (Cristo) mismo nos ha revelado este misterio. [...] No ha entregado esta causa a la libre discusión humana. Guardémonos, entonces, de alejar a los niños de la gracia del perdón de los pecados. No hay otro camino para ir a Cristo; no hay otro medio de reconciliarse con Dios y de ir a Él, sino Cristo (De los méritos y el perdón de los pecados 1,33,62).

    11. ¿Qué diré sobre el rito bautismal? Yo quisiera que alguno de los que tienen la opinión contraria me presentase un niño para el bautismo. ¿Qué efectos produce en él mi exorcismo si no está encadenado a la familia del diablo? [...] Si yo supiera que es contrario a estas creencias, no le permitiría que viniera con el niño a recibir el sacramento. [...] No es posible decir ni oír nada más execrable que la forma falsa y engañosa de administrar el bautismo a los niños, en que las palabras suenan y remedian una remisión de pecados que no existe (De los méritos y el perdón de los pecados 1,34,63).

    12. Ninguno prometa a los niños que mueren sin ser bautizados un lugar de quietud o de felicidad intermedio entre la condenación y el reino de los cielos (Naturaleza y origen del alma 1,9,11).

    13. Entonces, puede afirmarse con verdad que los niños que mueren sin bautismo estarán en un lugar de condenación, la más ligera de todas. Mucho engaña y se engaña quien enseña que no serán condenados, cunado el apóstol lo dice: 'por un solo pecado hay un juicio de condenación', y poco después sigue diciendo: 'por el pecado de uno, todos los hombres han incurrido en condenación' (De los méritos y el perdón de los pecados 1,16,21).

    14. (El pecado original) no separa solamente del reino de Dios, donde los niños muertos sin haber recibido la gracia de Cristo no pueden entrarn, como los mismos pelagianos confiesan, sino que los hace extraños a la salvación y a la vida eterna (De los méritos y el perdón de los pecados 1,12,15).

    5. Teología de la tradición

    15. No he alegado estos testimonios como si atribuyese a las sentencias de un polemista cualquiera una autoridad canónica, sino para que se vea que desde el principio hasta nuestros días, en que apareció esta novedad, la fe de la Iglesia ha conservado esta doctrina con inquebrantable constancia [...] (De los méritos y el perdón de los pecados 3,7,14).

    6. Teología de la solidaridad

    16. Un hombre y un hombre, como este es uno, también aquel es uno; y por esto como este (Cristo) es el hombre segundo, aquel es el hombre primero (Opus imperfectum contra Julianum 6,31).

    17. Por lo tanto, uno y uno: uno para la muerte, uno para la vida. El hombre primero para la muerte, el hombre segundo para la vida. ¿Por qué aquél hombre para la muerte? Porque sólo era hombre. ¿Por qué este hombre para la vida? Porque es Dios y hombre (Sermón 151,5).

    18. El pecado viene de la voluntad. Tal vez me preguntará: ¿También el pecado original? Respondo: también el pecado original, porque también este viene de la voluntad del primer hombre que ha hecho que el pecado estuviera en él y pasara a todos (De nuptiis et concupiscentia 2,28,42).

    19. Dice a Juliano: “Si estuvieras en el número de quienes han recibido la revelación del misterio de la gracia cristiana... sin duda comprenderías que como a los niños engendrados se les imputa la injusticia del primer hombre con el castigo correspondiente, de la misma manera a los niños regenerados se les imputa la justicia del segundo hombre para entrar en el reino de los cielos, aunque con su voluntad y con sus propias obras no hayan imitado ni aquel en el mal, ni a este en el bien (Opus imperfectum contra Julianum 1,57).

    20. Ninguno va a la muerte si no es por medio de Adán, ninguno va a la vida si no es por medio de Cristo. Si hubiera otro por medio del cual fuéramos a la muerte, no todos morirían en Adán. Si hubiera otro por medio del cual tuviéramos acceso a la vida, no todos serían vivificados en Cristo (Sermón 293,9).

    21. Por medio de este mediador es reconciliada con Dios la masa de todo el género humana, enajenada de él por medio de Adán (Sermón 293,8).

    7. Rm 5,12 y la doctrina agustiniana del pecado original

    22. Agustín lee: “per unum hominem peccatum in hunc mundum intravit, et per peccatum mors, et ita in omnes homines pertransiit, in quo omnes peccaverunt”.

    23. Todavía indaga por qué causa está el pecado en el recién nacido. Que le respondan las páginas santas: Por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así se propagó a todos los hombres, por quien todos pecaron... Por el pecado de un solo hombre, muchos han muerto. El juicio (proveniente) de uno solo (llevó) a la condenación. Por el pecado de uno comenzó el reinado de la muerte por uno solo. Por el pecado de uno solo (llevó) a todos los hombres a la condenación. Por la desobediencia de uno solo, muchos se convirtieron en pecadores (Rm 5,12.15-19). ¡Mira por qué causa el pecado está en el niño! ¡Que crea de una vez en el pecado original! ¡Que deje a los niños ir a Cristo para que se salven! (De nuptiis et concupiscentia 2,28,47).

    24. ¿Por qué tergiversan los pelagianos? Si a todos les es necesaria la reconciliación por Cristo, a todos llega el pecado (Contra duas epistolas pelagianorum 4,4,8).

    25. (Si tienes en cuenta lo que dice el apóstol) encontrarás que a causa de un solo hombre la ira de Dios está en el género humano y a causa de un solo hombre tiene lugar la reconciliación con Dios de aquellos que son liberados gratuitamente de la condenación de toda una estirpe (Opus imperfectum contra Julianum 6,24,77).