Ejercicios Espirituales y Liberación
II jornadas de Ejercicios
Liberacion y Ejercicios
Ignacio Iparraguirre sj
Presupuestos
1. Tenemos que distinguir los Ejercicios
a) en su realidad universal: la riqueza encerrada en ellos transciende el problema de la liberación, aunque contienen los gérmenes salvíficos de ésta. Por ello dependerá de la problemática concreta del ejercitante, como ha sucedido a lo largo de los cuatro siglos, la perspectiva bajo la cual conviene considerarlos.
b) aplicados a tiempos de opresión y personas oprimidas. En este caso tendrán que girar en torno a la órbita de la liberación.
2. Hay que distinguir igualmente entre liberación de la persona y de la opresión ambiental o estructural. La liberación de la persona forma el eje de los ejercicios. La social exige una proyección de la dinámica interna de los EE. a un caso determinado.
3. Quiero decirlo bien claro desde el principio. Los ejercicios no bastan para liberar a la sociedad oprimida. La liberación exige una planificación una serie de medidas que transcienden con mucho la función de los ejercicios. Pero con la misma sinceridad tengo que decir que los ejercicios disponen a la liberación, eliminan las raíces de la opresión. El proceso de los EE, es en su línea más íntima un proceso de liberación.
4. El realismo más elemental exige el recordar algo demasiado evidente. No harán ejercicios los opresores y los causantes del mal. Si hiciesen los ejercicios los autores de esta plaga, automáticamente cesaría la opresión. Pero harán ejercicios muchos jóvenes y otros que sienten el problema. En éstos, los Ejercicios pueden hacer mucho, como enseguida diremos.
5. Históricamente San Ignacio no pudo ponerse este problema. A pesar de la desigualdad social, mayor que la actual, y de la opresión que ejercían los señores, lo marginado que estaban los súbditos, la nula participación del pueblo en el gobierno, la sujeción casi despótica a que estaba sometida la juventud, no se puso este problema.
Entonces creían que bastaba la reforma de las costumbres dentro del orden constituido. Con todo, puede iluminarnos el modo diverso con que se enfrentaron con el problema de la reforma: Lutero, en su "De captivitate Babyloniae", actitud destructiva; Erasmo, más bien actitud irónica e irónica; Ignacio: actitud constructiva de eliminación de abusos y de renovación general.
Hubo con todo una institución respecto a la cual, salvadas muchas diferencias, Ignacio siguió una táctica parecida a la actual de los liberadores. Es la de los beneficios eclesiásticos. Los poseedores de ella formaban aparte una casta dominadora. La actitud de muchos poseedores de los beneficios viciaba en su raíz el proceso de los ejercicios y colocó dentro de los mismos EE. como base del proceso de liberación la meditación de los binarios.
6. No se puede negar que ha habido modos de aplicar los ejercicios que han producido una enajenación religiosa. Pero esto es debido a interpretaciones abusivas contrarías a la mentalidad de San Ignacio y al proceso dinámico interno. Se aceptaban fatalísticamente las desigualdades escandalosas. Pensaban que Dios aprobaba la explotación del hombre como medio para que los oprimidos ganasen cielo con su vida de miseria. Se drogaban estos hombres con fórmulas piadosas que les hiciesen vivir en un estado de evasión de la realidad y de resignación sobrenatural.
7. Deseamos acabar estos presupuestos, con unas palabras del P. Arrupe: "En muchas ocasiones, a lo largo de la historia, los Ejercicios han producido conversiones de orden moral e individual que se han concretizado después en radicales cambios de vida y en grandes donativos en favor de los necesitados. Esto no basta hoy. Se debe procurar a través de los Ejercicios transformar la mentalidad y despertar las conciencias. Se debe poner a los hombres de hoy delante de estos problemas fundamentales de nuestra realidad humana, con realismo y aun con crudeza, para hacerles conscientes de la necesidad de actuar serios cambios de dirección en la marcha del mundo de las naciones " (Boletín del Centro de Espiritualidad, n. 13, agosto 1971,"Los Ejercicios en el momento histórico actual"). De hecho, la fórmula clásica en la antigua Compañía para designar el fruto de los Ejercicios era el asegurar que salían "hombres nuevos" que habían hecho una radical mutación (Cfr. Historia de los EE. I, pp. 222-223).
II.- Liberación que realizan los Ejercicios
1. Creación de una mentalidad de liberación.
1) Los Ejercicios hacen ver la función de cada uno de los hombres, de los valores de la sociedad. Hacen ver el desorden ínsito en abusar de los demás hombres. Cada uno tiene una función propia del conjunto. Ninguno puede ser oprimido por otro. Debe ser su hermano y colaborador (Pr. y F.).
2) Los males que crean la "codicia de riquezas", el "desorden de las operaciones", el indebido uso de los bienes, el abuso de los valores.
3) La necesidad de luchar contra todo desorden, codicia, afecciones, es decir, opresiones que esclavizan al hombre.
4) La actitud de Cristo como liberador y la exigencia de identificarse con él.
5) La planificación de la vida de cada uno dentro del conjunto.
6) Crear un hombre nuevo con visión recta del mundo, libertad para dominar las opresiones, valentía para llevar adelante su misión. 7) Docilidad total para entender los signos de los tiempos.
2. Formación de actitudes liberadoras.
1) En los ejercicios se coloca al ejercitante en la órbita recta para juzgar del valor de las realidades. Se ve a la luz de Dios todo el hombre, el mundo, cada uno de los valores.
2) Lucha contra el egoísmo hasta hacer que el ejercitante salga de su propio amor, querer e interés.
3) Estado de continua conversión. Los Ejercicios no dejan instalarnos tranquilamente en ninguna situación definitiva. Exigen una continua conversión, un examen incesante de las circunstancias con una confrontación con las situaciones que se van creando. En consecuencia, no dejan que se anquilose o fosilice el hombre, sino que le mantienen en continua novedad.
4) Como base de todo el proceso exige Ignacio una incesante disponibilidad, un salir de sí.
5) Se considera todo en función del fin, de la misión de cada objeto. Para ello muestra San Ignacio las realidades en su línea universal. Ignacio no comienza considerando que -yo soy criado, sino el "hombre”. Siguiendo la misma táctica se consideran primero los pecados de los demás, el infierno de otros, las llamadas de Cristo a los Apóstoles, a "todo el mundo". Sólo después, encuadrándolo en su conjunto, se considera el pecado o el llamamiento de cada uno.
6) Se crea una exigencia de acción liberadora a través de un ir exigiendo siempre más al ejercitante. Va Ignacio llevando a través de una táctica muy cuidada de progresivos coloquios a una liberación radical de toda afección, a una actitud de total aceptación y liberación aun de lo más personal que no esté con el bien universal.
III. Dinámica de liberación propia de los EE. EE.
La historia de la salvación es la historia de la liberación del pueblo de Israel. Los Ejercicios de San Ignacio siguen en su línea más íntima el proceso de la historia de salvación o vistos bajo otra perspectiva, la de la alianza. Por ello el proceso de los Ejercicios es el proceso de la historia de la liberación de cada uno y del mundo.
Para comprender esto un poco más a fondo, veamos esquemáticamente las etapas del proceso de los ejercicios.
1. Liberación como exigencia de Dios y condición para la felicidad.
Es la línea más bíblica del Principio y Fundamento. Si nos basamos en las perspectivas del Éxodo, vemos que Dios se sirve de Moisés y Aarón para liberar al pueblo suyo de la opresión de Egipto. Hoy se sirve de nosotros como colaboradores para librar de las servidumbres derivadas del pecado; injusticia, ignorancia, comunidades marginadas, hambre, opresión.
Lo reclama el fin del hombre. Dependen todos igualmente de Dios, nadie puede ser esclavo de otros. Lo reclama el recto uso de las criaturas que cada uno debe usarlas libremente para la prosecución de su propia felicidad. Lo reclama la recreación del hombre nuevo por el don interior del Espíritu que produce la verdadera libertad. La "indiferencia" es la condición para la liberación en todos los órdenes: espiritual, material, personal, social.
2. Examen constante de la realidad opresora.
En la tradición antigua, por ejemplo, Directorio de Polanco, sé indica la oportunidad de realizar un análisis de las criaturas, un ver hasta qué punto se había usado rectamente de ellas. Esto implica actualmente un examen de la realidad, un conocimiento histórico. Es el único modo de orientar la vida y de realizar la función conveniente.
Dicho de otro modo, es la visión de los signos de los tiempos, la base de las actitudes propias de cada época. En el día de hoy no se puede discernir sin el análisis de la situación en que se vive.
3. Males de la opresión
En las meditaciones del pecado se ha de ver necesariamente el desorden ínsito, en ese estado para excitar el deseo de realizar todo lo posible para colaborar en el cambio. Él pecado es la suprema alienación del hombre, es el triunfo del egoísmo con el que se intenta dominar a los demás en aras de la propia exaltación.
SI seguimos considerando como fondo bíblico el exilio, observamos que domina en él como línea de fondo la Idea de que el estado de opresión del pueblo elegido es un castigo de los pecados de los jefes que en vez de ser fieles a la alianza con Dios, se dejan dominar de la codicia y llevan una política de dominio tiránico (Jer. 13,23; Deut. 28,63; Ex. 17,19; Is. 1,23).
Israel, como los marginados y oprimidos de hoy, es la viña saqueada, la esposa abandonada y despojada (Is. 5; Os. 2).
Esta visión es además, no lo olvidemos, revelación del pecado (Cfr. Gaudium et Spes, n. 13). Israel, a raíz de esta experiencia, reconoce humildemente su pecado (Jer. 31,19; Dan. 9,5). Se puede decir que el exilio es una teofanía que se realiza a través de los males que vienen de la ausencia y abandono de Dios.
4. La hora de Yahvé
El sentido de compunción y esperanza de los coloquios de la primera semana y la índole teológica propia del fin de la primera semana tienen una proyección necesaria en personas inmersas en este estado de opresión. Es la realidad de la presencia de Dios que exige una lucha, que estimula a poner el remedio al mal, a renovarse renovando el ambiente.
Para el pueblo de Israel fue una prueba de purificación. Se formó un nuevo éxodo, un nuevo Israel (Is1. 40-55), un resto de Israel que esperaba sólo de Dios.
Las meditaciones tradicionales de las verdades eternas deben transformarse en esta experiencia del Señor, del Juez que puede cambiar el curso del mundo, deshaciendo los planes de los hombres para rehacer la historia según su voluntad.
El día del Señor que domina la historia, que manifiesta de modo eximio en el Juicio, al que caminamos y llegaremos con la muerte es un juicio, un castigo - recordemos la torre de Babel una intervención especial de Dios en la historia que tiene como fin, no la destrucción, sino la liberación de alguna esclavitud interna o externa y que inicia la vuelta a una nueva era (Is 43, 14-28; Joel 4,10-14).
La hora de Dios es también nuestra hora. Sólo a esta luz se ve el valor funcional de las criaturas, el modo como se deben usar las riquezas y los valores. Y a la vez el valor de los demás hombres. No son una cosa y por consiguiente no se pueden explotar.
5. El reino de Dios amenazado
Dios nos llama en su Hijo a restaurar el reino de Dios que sufre violencia. Jesucristo es el primer luchador para la restauración de este reino de Dios,
En el evangelio tenemos las actitudes esenciales para esta liberación; asimilación del plan de Dios; proclamación de la hermandad de los hombres, de que todos somos hijos de Dios y hermanos entre nosotros; lucha progresiva por la liberación de lo que impide el reino de Dios entre los hombres y la sociedad; vida entre los demás hombres cómo uno de ellos en vez de vivir en un plan superior como Moisés, Elías; comunicación de poderes, misión a los demás, etc.
6. Opción ante la opresión
En los ejercicios no se pueden abordar soluciones pragmáticas de índole política, universal, como dijimos al principio, pero se puede elegir el estilo de llevar adelante el trabajo por la liberación, ver los modos de ir creando el ambiente propicio, vivir en testimonio personal, crear las exigencias necesarias.
No se pueden dar normas generales, pero sí afirmar que hoy no se puede prescindir en la elección o reforma o compromiso personal de esta exigencia imperiosa. No habrá opción auténtica si no está en función del modo como cada uno puede colaborar a la liberación según su profesión y las circunstancias de su vida.
7. Solidaridad con Cristo en la Iglesia y en la sociedad
En la tercera y cuarta semana el ejercitante consciente de su misión continúa a caminar para ofrecer a Cristo la parte de la iglesia que le había confiado y recibir de él la fuerza para llevarla a cabo. Le acompaña la fuerza de Cristo resucitado. La pasión de Cristo participada por él en el modo con que quiere Dios que participe de su misión la lleva a coparticipar de la resurrección.
De este modo se crea el hombre nuevo "verdaderamente hijo de Dios, hermano de los hombres que domina las cosas sin ser dominado por ellas. Hombre decidido a trabajar en una sociedad nueva más justa y más fraterna, hombre definitivamente y enteramente nuevo sobre el modelo del Señor resucitado" (P. Arrape, discurso arriba citado). Se forman así "hombres nuevos, llenos de Espíritu liberador de Jesucristo, hombres que no buscan otra cosa que los intereses de Jesucristo, que llegan a ser verdaderos realizadores del cambio profundo del que el hombre tiene necesidad, dando a los demás lo que ellos han obtenido en su contacto con Dios, en el silencio de la reflexión, en la sinceridad de una entera revisión de sí mismos y en un seguro discernimiento de los diversos espíritus que hoy mueven los individuos, los grupos y las grandes masas de la humanidad" (ibid., 13-14).
8. Compromiso de liberación
Diría como conclusión: los ejercicios tienen que crear un compromiso de liberación, unido a una eliminación de las raíces de la opresión y a una búsqueda de los medios qué están a su alcance para cumplir su objetivo.
En la liberación hay un fondo que pertenece al designio salvífico de Dios y que por consiguiente entre de lleno en lo más vital de todos los ejercicios. Dios llama al hombre a la libertad. Ha formado la sociedad y la Iglesia para que se ayuden en la consecución de esta finalidad.
Todo esto exige una toma de conciencia, un compromiso para colaborar en ésta libertad que es colaborar con la misión de Cristo y de la Iglesia que continúa la misión del Hijo. Implica el anhelo de construir una sociedad nueva en la que el hombre nuevo sea el artífice, libre de toda servidumbre.
El hombre nuevo de los Ejercicios sigue a San Pablo cuando dice: "Vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad", pero usa rectamente de la libertad, sirviendo "unos a otros por la caridad" (Gal. 5,13).
Los ejercicios le han liberado internamente. Ha eliminado el pecado que es la gran servidumbre (Cf. Juan 8,34). El contacto con Cristo le hace verdaderamente libre (cf. ibid. 36). Lleno de esa libertad interior, la transmite a todos los que le rodean.
IV. Consecuencias prácticas
1. Organizar Ejercicios lo más personales posibles, en los que cada uno se enfrente con Dios y el mundo y pueda discernir lo que tiene que realizar para trabajar por la liberación.
2. Crear en los Ejercicios un clima de profundidad y libertad interior en que cada uno, sin dejarse dominar de opresiones ambientales, como sería de otros de más personalidad dentro del grupo, pueda ir madurando su actitud dentro de sus posibilidades y realizar un auténtico discernimiento,
3. Después que el ejercitante ha examinado la realidad a la luz de Dios y ha visto su campo de acción, confrontar sus experiencias con los demás para programar un plan más concreto en colaboración mutua.
4. Para no anquilosarse en situaciones fijas, ir reexaminando continuamente la realidad y la situación a la luz de los ejercicios.
Boletín de espiritualidad Nr. 18, p. 9-15.