Las once verdades *
San Cirilo de Jerusalem
0. Introducción (0)
a. “Procuren que nadie los engañe con una filosofía vana y falsa, fundada sobre la tradición de los hombres, y según las máximas del mundo (Col.2, 8).
El pecado imita a la virtud, y la cizaña pretende ser tenida por trigo. En la figura, es semejante al trigo; pero, en el gusto, según los entendidos, se distingue.
El diablo se transfigura en ángel de luz, no para volver al lugar de donde cayó pues su corazón es duro como un yunque, y su voluntad impenitente, sino para envolver en tinieblas de ceguera y pestilente incredulidad a los que llevan vida de ángeles…
Necesitamos, pues, la gracia divina, ánimo vigilante y ojos que vean, para que no caigamos en engaño, y comamos la cizaña como si fuera trigo…
Por eso nos pone en guardia la Iglesia, por eso estas reuniones, por eso estas lecciones sagradas.
b. La naturaleza del culto de Dios se reduce a dos cosas: dogmas religiosos, y obras buenas; y ni las creencias sin las buenas obras son gratas a Dios, ni las buenas obras con creencias malas aceptadas por El…
Gran adquisición es, pues, el conocimiento de nuestros dogmas, y para él se necesita ánimo despierto, pues son muchos los que hacen presa con sus filosofías y vanos engaños…
Por esto se les propone la doctrina de la fe, y se hacen exposiciones sobre ella.
c.Pero, antes de exponerles lo perteneciente a nuestro símbolo, voy a hacer una breve recapitulación de los dogmas más necesarios; no sea que la multitud de cosas, y el espacio de toda la Santa Cuaresma, produzca olvido en los que son más débiles…
Los de entendimiento más pronto y ejercitado ya en el discernimiento del bien y del mal, tengan paciencia con estos exordios e introducciones propias de niños de leche, para que así, los que las necesitan, saquen provecho, y a la vez los que tienen mayores conocimientos, refresquen la memoria de lo que ya conocen.
1. Dogma primero: de Dios (1)
a. Primeramente, fúndese bien en las almas de vds. el dogma de Dios, es a saber: que Dios es uno, no engendrado, sin principio, invariable e inmutable; no es engendrado de otro, ni tiene otro sucesor de su vida; no comenzó a vivir en el tiempo, ni ha de morir jamás.
Es bueno y justo. De suerte que si oyeran decir a alguno que el bueno es uno, y el justo otro, deben reconocer ahí enseguida el dardo de la herejía...
¿Cómo iba a ser el hombre siervo de dos señores, pues el mismo Señor dice en el Evangelio: “Nadie puede servir a dos señores"? ...
b. Este Padre de nuestro Señor Jesucristo, no está circunscrito en lugar alguno, ni es menor que el cielo, antes “los cielos son obra de sus dedos, y en su mano tiene toda la redondez de la tierra...
Es pre conocedor de lo futuro, y más poderoso que todas las cosas, sabedor de todo y hacedor de todo como quiere. No está sujeto a los cambios de las cosas, ni a influjo de estrellas, ni a la fortuna, ni a ninguna necesidad fatal. Perfecto en todo, y poseedor igualmente de toda clase de virtudes, no disminuye ni aumenta, antes siempre es el mismo y siempre está del mismo modo, y ha preparado castigos para los pecadores, y coronas para los justos.
c. Pues bien, sepan que quien afianza en su corazón la doctrina sobre la “monarquía” de Dios, y la cree, ha cortado la raíz de todos los males de la idolatría y los errores de los herejes.
Echen, pues, en el alma de vds., por medio de la fe, este primer fundamento de la religión.
2. Dogma segundo: de Jesucristo (2).
a. Crean también en el Hijo de Dios, uno y único: nuestro Señor Jesucristo, Dios engendrado de Dios, vida engendrada de la vida, luz engendrada de la luz, semejante en todo al que lo engendró. No recibió la existencia en el tiempo, porque ya antes de todos los siglos había sido engendrado del Padre sempiterna e incomprensiblemente.
Es sabiduría de Dios, poder y justicia subsistente; está sentado a la diestra del Padre antes de todos los siglos. No recibió el trono, a la diestra del Padre, como dijeron algunos, por haber sido coronado por su paciencia después de la Pasión, sino que, desde que existe -y existe desde toda la eternidad-, tiene esa dignidad real, y está sentado en su trono con el Padre, pues es Dios, cómo está dicho, y sabiduría y poder, y reina juntamente con el Padre, y por medio del Padre es Creador de todas las cosas. No le falta nada para la dignidad de la Divinidad. Conoce al que lo engendró, como es conocido por El; y, para decirlo todo en pocas palabras, recuerden lo que está escrito en el Evangelio: “Nadie conoce al Hijo, sino el Padre; ni al Padre le conoce nadie, sino el Hijo”.
No separen al Hijo del Padre, ni haciendo de los dos una cosa, crean en la Filipaternidad; antes crean que el que es Dios Verbo antes de todos los siglos, es único y Unigénito Hijo del único Dios.
Es Verbo, o Palabra, no como las que suenan exteriormente y se difunden por el aire, sin subsistencia propia, sino Verbo-Hijo, Creador de los que tienen razón y usan palabras, Verbo que oye al Padre y que habla. Pero de esto, si Dios quiere, hablaremos a su tiempo...
3. Dogma tercero: de cómo fue engendrado de la Virgen (3).
Crean que este Hijo Unigénito de Dios bajó del cielo a la tierra por nuestros pecados, tomó una Humanidad sujeta a las mismas afecciones que las nuestras, y fue engendrado de la Santa Virgen y del Espíritu Santo; y tomó la Humanidad, no en apariencia o fantasía, sino de verdad. No pasó por la Virgen como por un canal, sino hecho carne de ella verdaderamente. Comía verdaderamente como nosotros, y bebía verdaderamente lo mismo que nosotros. Si la Humanidad hubiera sido un fantasma, hubiera sido la salvación.
Doble era Jesucristo: Hombre, el que se veía; Dios, el que no se veía. Comía verdaderamente, como hombre, lo mismo que nosotros -pues estaba sujeto a las mismas afecciones de la carne—; pero, como Dios, daba de comer a cinco mil almas, con cinco panes. Murió como hombre, verdaderamente; pero, como Dios, resucitó r un muerto de cuatro días. Durmió verdaderamente, como hombre, en la nave; pero anduvo sobre las aguas, como Dios.
4. Dogma cuarto: de la cruz (4)
a. Fue crucificado realmente por nuestros pecados; y, aunque quisieran negarlo, les contradeciría este mismo lugar tan manifiesto, este santo Gólgota en que ahora estamos reunidos por Aquel que en él fue crucificado. El orbe entero está lleno de las partículas en que se ha dividido el árbol de la cruz.
Fue crucificado, no por sus propios pecados, sino para que nosotros fuéramos libertados de los nuestros. Entonces fue despreciado por los hombres, y abofeteado como hombre; pero reconocido por las criaturas como Dios, pues el sol, viendo deshonrado a su Señor, se eclipsó tembloroso, no pudiendo sufrir aquella vista.
b. Fue puesto realmente, como hombre, en un sepulcro de piedra; pero las piedras se quebraron de miedo por su causa.
Descendió a los infiernos, para redimir de allí a los justos…Allí estaba Isaías, el profeta que anunció tantas cosas de Él; y ¿quieren que, viniendo el Rey, no salvara a su heraldo? Allí estaban David y Samuel, todos los profetas; y el mismo San Juan, que había dicho, por medio de sus enviados: “¿Eres Tú el que va a venir, o esperamos a otro? ¿Acaso no queremos que, bajando allá, librara a tan grandes hombres?
Descendió a los infiernos, para redimir de allí a los justos…Allí estaba Isaías, el profeta que anunció tantas cosas de Él; y ¿quieren que, viniendo el Rey, no salvara a su heraldo? Allí estaban David y Samuel, todos los profetas; y el mismo San Juan, que había dicho, por medio de sus enviados: “¿Eres Tú el que va a venir, o esperamos a otro? ¿Acaso no queremos que, bajando allá, librara a tan grandes hombres?
5. Dogma quinto: de la resurrección (5).
a. Pero, el que descendió a los infiernos, subió otra vez; y Jesús, que había sido sepultado, resucitó verdaderamente al tercer día...
Resucitó verdaderamente, y los discípulos lo vieron resucitado; y los doce discípulos, testigos de su resurrección, la testificaron, no con bellas palabras, sino luchando hasta el suplicio y la muerte por la verdadera resurrección...
b. Terminado que hubo la carrera de la obediencia, y redimido de sus pecados a los hombres, subió otra vez al cielo, recibido por una nube, y los ángeles le asistieron en la subió, mientras los Apóstoles lo contemplaban.
Si alguno desconfía de lo que se dice, crea, siquiera, por lo que ve. Todos los reyes de la tierra mueren, y con la muerte se extingue su vida y su poder. Jesucristo, que fue crucificado, es ahora adorado por todo el mundo...
c. No nos avergoncemos de la Cruz de Cristo; y, aunque otros la escondan, vds. signen con ella sus frentes, para que los demonios, viendo esta^ señal real, huyan lejos, aterrados.
Hagan esta señal al comer y al beber, sentados y acostados, al levantarse, al hablar y al andar; y, para decirlo sencillamente, en todas las cosas, porque el que fue crucificado aquí, está arriba en los cielos…El que en este Gólgota fue crucificado, desde otro monte que mira al Oriente, desde el monte de los Olivos, subió a los cielos...
6. Dogma sexto: del juicio futuro (6).
Este Jesús que subió a los cielos, vendrá de los cielos, no de la tierra; y he dicho, no de la tierra, porque de la tierra van a venir muchos anticristos. . . pero vds. esperen al Cristo verdadero, al Hijo Unigénito de Dios, que vendrá... para juzgar a los vivos y los muertos, y dominar en el Reino de los cielos, eterno y sin fin...
7. Dogma séptimo: del Espíritu santo (7).
a. Crean en el Espíritu Santo, y tengan de Él la misma idea que tienen sobre el Padre y el Hijo, y no la que tienen algunos de esos que andan enseñando por ahí necedades. Sepan, pues, que este Espíritu Santo es uno, indiviso y omnipotente. Hace muchas cosas y, sin embargo, Él no se divide en partes. Conoce los misterios, y todo lo escudriña, hasta las profundidades de Dios.
Vino sobre nuestro Señor Jesucristo en forma de paloma; es el que obró en la Ley y los Profetas, y el que ahora, en el Bautismo, sella nuestras almas, y de cuya santidad toda creatura racional necesita. Si uno blasfema de Él, no consigue perdón, ni en esta vida ni en la otra.
Tiene la misma divinidad que el Padre y el Hijo, y de Él tienen igualmente necesidad Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades. Uno es Dios, Padre de Jesucristo; uno es el Señor Jesucristo, Hijo único de Dios-Uno; y uno el Espíritu Santo, que todo lo santifica y deifica, y que habló en la Ley en los Profetas, en el Antiguo Testamento y en el Nuevo.
b. Asientan siempre, y con toda firmeza, a esta doctrina que aquí se les ha explicado como en compendio... y no se dejen llevar de probabilidades y argumentos que estriban en un mero artificio de palabras. No me crean a mí en lo que digo, si no les doy la prueba de ello tomada de las Sagradas Escrituras. La fe, a la que debemos nuestra salvación, estriba, no en invenciones, sino en demostraciones tomadas de la Sagrada Escritura.
8. Dogma octavo: del alma (8).
a. Después del conocimiento de nuestra venerada, gloriosa y santa fe, conózcanse a vds. mismos, y sepan quiénes son.
Sepan que son dobles, en cuanto cuentan de alma y cuerpo; y que, como hace poco he dicho, un solo Dios es el Creador del alma y del cuerpo.
Sepan que tienen un alma libre, obra hermosísima de Dios hecha a imagen del Creador, e inmortal, porque Dios le concede la inmortalidad; dotada de razón, e incorruptible por gracia especial de Dios, y capaz de hacer lo que quiere. No son pecadores de nacimiento, ni por suerte fatal…
b. Sepan también que antes de que el alma viniera a este mundo, no pecó. Sin embargo, viniendo sin pecado, pecamos después, por nuestra propia voluntad. Ni presten oídos a los que interpretan mal aquellas palabras: “Si lo que no quiero, esto hago…”; antes acuérdense del que dice: “Si quieren y me oyen, comerán lo bueno de la tierra; pero si no quieren ni me oyen, los acabará la espada”.
c. El alma es inmortal, y todas las almas de hombres y mujeres son ¡guales…No hay clases de almas que pequen por naturaleza, ni clases de almas que obren bien por lo mismo...
d. El alma es libre, y el diablo puede solicitarlos, pero no puede violentar la voluntad… Si obraran rectamente, por naturaleza, no por voluntad, ¿para qué preparó Dios coronas inefables? Mansa es la oveja, pero jamás ha sido coronada por su mansedumbre, porque el ser mansa le viene, no de la voluntad, sino de la naturaleza.
9. Dogma noveno: del cuerpo (9).
a. No toleren a los que digan que el cuerpo es ajeno a Dios, porque los que creen que el cuerpo es algo ajeno de Dios, y que el alma habita en él como en vaso ajeno, esos son los más propensos a emplearlo en fornicaciones. ¿Qué tienen que reprender en el cuerpo? ¿Qué le falta al cuerpo para su buen parecer?...
b. No me digan que el cuerpo es causa del pecado, porque si el cuerpo es la causa del pecado, ¿por qué no peca el muerto? Pongan una espada en manos del que acaba de morir, y no hay asesinato. . . ¿Por qué? Porque el cuerpo no peca por si mismo, sino el alma, por medio del cuerpo. . . Si ésta le entrega a la fornicación, el cuerpo se hace inmundo; pero, si habita en él un alma santa, se hace templo del Espíritu Santo...
10. Dogma décimo: de la resurrección (10).
a. Hagan buen uso, carísimos, del cuerpo, y sepan que éste se levantará de entre los muertos, y que en él han de ser juzgados...
El que todos los años resucita al trigo, sembrado por nosotros y muerto, ¿no nos resucitará más fácilmente a nosotros, para quienes el trigo resucita? Vean cómo los árboles están ahora tantos meses sin fruto y sin hojas; pero todos, venida la primavera, resucitan, estando antes como muertos. Pues nosotros, ¿no seremos resucitados a la vida con más razón y más facilidad que ellos?.. .
b. Todos recibiremos cuerpos inmortales, pero no todos iguales. Los justos lo recibirán eterno, para que vivan eternamente con los ángeles; los pecadores, para que sufran eternamente el tormento de los pecados.
c. Por eso, adelantándose el Señor por su misericordia, nos concedió la penitencia del Bautismo, para que, echando de nosotros. . . toda la carga de los pecados, y recibiendo el sello del Bautismo por el Espíritu Santo, seamos herederos de la vida eterna.
11. Dogma undécimo: de las escrituras (11).
Esto es lo que nos enseñan las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento, inspiradas por Dios Uno es el Dios de los dos Testamentos. El que anunció, en el Antiguo, al Cristo que después se manifestó en el Nuevo, y el que nos condujo a Cristo por medio de la Ley y los Profetas…Si oyen a algún hereje blasfemar de la Ley y los Profetas, opónganle aquellas palabras de salvación: “Jesús no vino a quebrantar la Ley sino a cumplirla”. Aprendan cuidadosamente, y de la Iglesia, cuáles son los libros del Antiguo Testamento y cuáles los del Nuevo. No me lea nadie los Apócrifos. El que no sabe lo que todos admiten, ¿para qué ha de perder tontamente el tiempo en lo que es dudoso?...
12. Exhortación final (12)
Huyan, por fin, de las obras del diablo, y no hagan caso del dragón que, siendo naturalmente bueno, se trocó voluntariamente en malo, y que puede convencer a los que quieran, pero no forzar a nadie...
Apártense de toda clase de lujuria, y no se entreguen por completo al vientre o al deleite, antes bien procuren hacerse superiores a toda avaricia y lisura...
Están ya redimidos por Jesucristo...
Guarden sus almas de cuantos modos puedan: con ayunos, oraciones, limosnas, lectura de las Sagradas Escrituras, para que, viviendo en la carne lo que falta de tiempo con pureza y sanas doctrinas, gocen de la única salud que se da por el Bautismo, sean inscritos en los ejércitos celestiales por el Padre y Dios, y dignos de las coronas de la gloria en nuestro Señor Jesucristo, a quien sea honra por los siglos de los siglos.
Amén.
Notas:
* Presentamos la traducción castellana de A. UBIERNA, San Cirilo de Jerusalem (Los grandes maestros de la doctrina cristiana, II), pp.83-105. En general, hemos mantenido la división del texto original (PG. 33, cc. 453-504), salvo contadas excepciones, en que la hemos acomodado a los propósitos de esta publicación.
(0) San Cirilo trata de ayudar, con este compendio de las verdades fundamentales de nuestra fe, al discernimiento del bien y del mal. Es una verdad, hoy por desgracia olvidada en nuestra predicación, que como dice este Santo “el diablo se trasfigura en ángel de luz. . . para envolver en tinieblas… a los que llevan vida de ángeles…Necesitamos, pues, la gracia divina, ánimo vigilante y ojos que vean, para que no caigamos en engaño…Por eso nos pone en guardia la Iglesia, por eso estas reuniones, por eso estas lecciones sagradas”. Cfr. PAULO VI, Catequesis del 15-XI-72. Más líbranos del Malo. OSS.ROM., IV, n.47, p.3.
(1) Refuta el maniqueismo y la magia y el fatalismo. . . y asienta la "Monarquía", es decir, la unidad de Dios: el término no tiene sentido “político” ‘sino teológico.
(2) A propósito de Cristo, comienza por asentar su divinidad verdadera -enseguida hablará de su verdadera humanidad-, que le es propia por naturaleza, y no por mérito de "su paciencia después de la Pasión”.
(3) Afirma la humanidad de Cristo, “no en apariencia o fantasía, sino de verdad”; y, consiguientemente, la Maternidad de María: “no pasó por la Virgen como por un canal, sino hecho carne de ella verdaderamente”.
(4) Menciona “este santo Gólgota en que ahora estamos reunidos...”, pero para universalizarlo de inmediato: la Iglesia no se agota en lo local, aunque lo tenga en cuenta sino que se realiza universalmente. Además, la salvación de Cristo trasciende, no sólo el espacio, sino también el tiempo, y le da unidad y sentido a toda la historia: su alcance con respecto al pasado los justos del Antiguo Testamento abre nuestra esperanza para el futuro.
(5) Un argumento original de la resurrección: el testimonio de los apóstoles, no con bellas palabras, sino luchando hasta el suplicio y la muerte…y el que fue crucificado, es ahora adorado por todo el mundo”. No habla de la cruz, sin relacionarla, o con la resurrección, o con un efecto salvífico. Hay, pues, en toda esta catequesis, una visión triunfante da la cruz: vds. siguen con ella sus frentes, para que los demonios, viendo esta señal real, huyan lejos, aterrados”.
(6) El juicio da lugar -por contraposición con los Anticristos- a hablar de la esperanza en "el Cristo verdadero… que vendrá…para juzgar a los vivos y a los muertos, y dominar en el Reino de los cielos, eterno y sin fin.
(7) Concreta y da contexto histórico a la obra del Espíritu: es el que obro en la Ley y los Profetas, el que vino sobre Jesucristo, y el que ahora nos sella en nuestro Bautismo; “y de El tienen igualmente necesidad Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades…”. Y, así como es necesario el Espíritu, así también son necesarias las Escrituras: “la fe, a la que debemos nuestra salvación, estriba... en demostraciones tomadas de la Sagrada Escritura” (cfr. Dogma undécimo).
(8) Comienza una antropología teológica: "después del conocimiento de nuestra veneranda, gloriosa y santa fe, conózcanse vds. mismos, y sepan quiénes son”. En esta antropología —cómo antes en la Cristología— tiene un lugar importante el cuerpo; y luego la libertad: "sepan que son dobles, en cuanto cuentan de alma y cuerpo. . . Sepan que tienen un alma libre, obra hermosísima de Dios…” Esto último da lugar a que San Cirilo hable del pecado, y de la tentación: “No son pecadores de nacimiento, ni por suerte fatal... El alma es libre, y el diablo puede solicitarnos, pero no puede violentar la voluntad…”. Y, de aquí, el mérito: “Si obraran rectamente, por naturaleza y no por voluntad, ¿para qué prepara Dios coronas inefables? Mansa es la oveja, pero… el ser mansa le viene, no de la voluntad, sino de la naturaleza”.
(9) El Dogma nono, sobre el cuerpo, completa la antropología del Dogma octavo, y prepara el Dogma décimo, sobre la resurrección. Es interesante que un error dogmático conduce, para San Cirilo, a un error moral: …“los que creen que el cuerpo es ajeno de Dios, y que el alma habita en él como un vaso ajenos....son más propensos a emplearlo en fornicaciones…”. La última verdad sobre el cuerpo es esperanzadora: “…si habita en él un alma santa, se hace templo del Espíritu...”
(10) Nuevamente el dogma es fundamento de la moral: “hagan buen uso del cuerpo. . . que... se levantará de entre los muertos…”. La superioridad del hombre sobre las demás creaturas, es uno de los argumentos en favor de la resurrección. Es también original que, a propósito de la resurrección de los cuerpos, recuerde “el sello del Bautismo por el Espíritu”.
(11) Nuevamente habla de las Escrituras, como fundamento de sus enseñanzas; y, como habla a judíos, enfatiza un poco el valor del Antiguo Testamento, pero sin minimizar el Nuevo sino, al contrario, hallando en éste un argumento en favor del valor de aquél. Y, al reivindicar el valor histórico de las Escrituras, considera “perder tontamente el tiempo...” el leer los Apócrifos.
(12) Termina como comenzó, recomendando huir "de las obras del diablo, y no hagan caso del dragón que, siendo naturalmente bueno, se trocó voluntariamente en malo, y que puede convencer a los que quieran, pero no forzar a nadie…” (cfr. Dogma octavo). Y da los medios: “ayunos, oraciones, limosnas, lectura de las Sagradas Escrituras…para que, viviendo en la carne lo que falta de tiempo. . . gocen de la única salud que se da por el Bautismo…dignos de las coronas de gloria...”. La última afirmación de la fe es un acto de esperanza.
Boletín de espiritualidad Nr. 39, p. 29-38.