Presentación del Boletín de Espiritualidad 44

Miguel Ángel Fiorito sj





volver a la página principal

Presentamos en este BOLETIN DE ESPIRITUALIDAD, dos trabajos distintos: el uno, un clásico de. De pastoral argentina; y el otro, un estudios de exégesis.

I. Las dos Banderas, por el Cura Brochero.

Es una plática Cura Brochero, dirigido a sus gauchos de las sierras cordobesas, y titulada Las dos Banderas.

Quisiéramos decir algo de su autor y de la misma plática.

1. Su autor

José Gabriel del Rosario Brochero nació en marzo de 1840, en un puesto cercano a la Villa de Santa Rosa de Río Primero, provincia de Córdoba (Argentina). A los veintiséis años de edad es ordenado sacerdote. Tres años después se hace cargo del curato del Departamento de San Alberto, con sus 500 leguas de serranías indómitas y casi desiertas, y una mísera capilla de paja, situada en San Pedro, la población principal del Departamento. Otros tres años después inauguraba su primera iglesia, cuyos ladrillos, cuya cal, cuyos techos habían sido cortados, cocidos, labrados por los mismos fieles, bajo la dirección del Cura, convertido en "maestro de obra". Y otros seis años después, en el Tránsito -a donde había él trasladado su sede, y que hoy se llama Villa Brochero- edificó una Casa de Ejercicios y un Colegio de niñas.

Lo pintoresco de muchas anécdotas han hecho que se formara una imagen superficial de uno de los clásicos de pastoral en tierra Argentina: los más se lo imaginan como un simple cura rural inculto y desarrugado en los modales, buen jinete, y capaz de decirle "malas palabras" al Gobernador y al Presidente de la República. Todo esto, que puede ser cierto, es apenas una parte de la historia del famoso "Cura Brochero" (1).

Hay que decir la verdad: Brochero fue primaria y exclusivamente un apóstol, un ardiente evangelizador del pueblo ; y hubiera "mandado al diablo" sus instrumentos de maestro de obra, sus caminos, sus ferrocarriles, sus escuelas -y hasta su célebre mula “malacara”, en cuanto hubiera advertido que eso no servía a su único propósito : ganar almas para Dios. Y lo más extraordinario es el medio que usó para ganar, para Dios a esos hombres y a esas mujeres de la sierra rústica, recelosa y a menudo analfabeta: los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola.

Brochero era un hombre de fe, de gran fe; de esa fe que le dice, a una montaña, "quítate y arrójate al mar..." y lo consigue (cfrMc.17, 23 y Lc.17, 6). Brochero tenía una fe ciega en los prodigiosos resultados de los Ejercicios Espirituales: los conocía, de los tiempos del Seminario, por experiencia propia; y ahora, que es otra de almas son su permanente obsesión. Sabía que nada se opone tanto a la vida cristiana como el hecho, casi trivial, de que nadie quiere olvidarse, ni siquiera por un día, de los cuidados temporales; “nadie se zambulle enteramente en un ambiente de absoluta libertad, que le permita, por lo menos durante unas pocas horas, poseer su corazón (2).

Lo peor es que no advertimos el fenómeno. Vivimos huyendo de nosotros mismos. Nos resulta pesada nuestra propia intimidad. Nos espanta quedarnos a solas con nosotros mismos, y por eso buscamos distracciones exteriores, o nos cargamos de obligaciones y compromisos: cualquier cosa, con tal de poder decir que no tenemos tiempo ni para nosotros mismos ni para Dios.

El Cura Brochero no pensó que ese mal fuera exclusivo de los habitantes de las grandes ciudades: también en la campaña, y entre gente sencilla, había pocos amigos de quedarse a solas frente a la conciencia despierta...y ante Dios, "que es mayor que nuestra conciencia" (cfr. 1 Jn.3, 20).

Dos veces al año condujo numerosísimos grupos de jinetes, hombres y mujeres por separado, por arriba de la Pampa de Achala -con frecuencia nevada, pues lo hacía en los meses de junio a agosto- ; y aún hoy en día, muchos años después de la muerte de este iniciador de este movimiento de Ejercicios, los Ejercicios Espirituales de San Ignacio se siguen dando en Villa Brochero.

Como cada año fuesen más numerosos los que se anotaban para aquella inverosímil cabalgata de cincuenta o sesenta leguas en redondo, el Cura Brochero pensó en la construcción de una Casa de Ejercicios. Y fue tal su alegría cuando se abrieron sus cimientos, que quiso poner él mismo la primera piedra; y previendo la oposición del infierno contra aquel edificio del que esperaba tantos frutos, arrojó la piedra con brío, como si con ella fuera aplastar la cabeza de la "serpiente", y exclamó : "Te fregaste, diablo..."(3).

2. La plática de las Dos Banderas.

Quienes conocen el libro de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, saben que la meditación de las DOS BANDERAS está en el cuarto día de la Segunda semana (EE.136); y que San Ignacio dice que se haga cuatro veces en un solo día. Quiere decir que la meditación es, dentro de los Ejercicios, muy importante.

La “platica” del Cura Brochero es, en realidad, una "meditación en voz alta", hecha por su autor delante de sus gauchos.

La plática es un testimonio de fe, y por ello sólo la entenderá quien la lea con el mismo espíritu con que fue escrita (4), que es un espíritu de fe. Y es una fe vivida -y no sólo predicada- por el Cura Brochero, y que se manifiesta en toda su vida: dicen sus biógrafos que un día, debiendo atravesar un río que venía rugiendo por una enorme creciente -al otro lado del río se estaba muriendo un paisano-, dijo el Cura Brochero: "...cualquier día voy a permitir que el diablo me lleve un alma..." (5); y atravesó el río.

En la plática, advertimos la fidelidad del Cura Brochero a la concepción ignaciana del hombre y de la vida, trasmitida sin ambages a gente sencilla y ruda, con un lenguaje realista y directo. Es una concepción profundamente teológica, cuyo testigo calificado es el Apóstol Juan, en su Primera Carta: detrás de todo pecado -e incluso detrás de toda tentación- está el Demonio ("...pecador desde el principio", 1 Jn.3, 8), porque "el pecado es iniquidad"(6).

La plática nos parece un comentario popular de las reglas de discernir de San Ignacio, sobre todo las que "...son más propias para la “primera semana” (EE.313).

Y, ¿por qué es popular? Porque es simbólico y muy sensible; y es el más apto para revelamos, en toda su amplitud y profundidad, el misterio del mal, que es el misterio del Malo (7).

Es también el lenguaje más apto para inspirar nuestra oración sobre el tema. Por eso, es el mismo lenguaje de San Ignacio en el libro de los Ejercicios, quien nos presenta "...el caudillo de los enemigos" (EE.138), "...así como se asentase...en aquel sean campo de Babilonia, como en una grande cátedra de fuego y humo, en figura horrible y espantosa" (EE.140), haciendo "...llamamiento de los innumerables demonios, y...los esparce, a los unos en tal ciudad, y a los otros en otra, y así por todo el mundo" (EE.141),

No nos asústenos pues de este lenguaje sensorial (8) y simbólico (9), usado tanto por San Ignacio en los Ejercicios» como por el Cura Brochero en esta plática: es él más apto para comunicar -y a demás hacer "…sentir y gastar internamente..."(EE.2)- estas grandes verdades, no solo a la gente sencilla sino también a la gente" en general.

II. El pecado es la iniquidad, por I. de La Potterie

"Es bastante habitual -decía hace un tiempo D.Mollat (10)- establecer una comparación entre San Ignacio y San Pablo (11).Parece en cambio, bastante paradojal compararlo con San Juan…

Y, sin embargo, es una comparación muy útil, porque nos permite profundizar teológicamente en San Ignacio.

Con este fin publicamos en este mismo BOLETIN DE ESPIRITUALIDAD, un trabajo exegético de I. de la Potterie, S.I., sobre el versículo 4 del capítulo 3 de la Primera Carta del Apóstol S. Juan, y titulado "El pecado es la iniquidad".

¿Qué pretendemos mostrar, al establecer una relación entre tres hombres de Iglesia, un Apóstol como San Juan, un Santo como Ignacio de Loyola, y un pastor de almas como el Cura Brochero?

Quisiéramos mostrar que, entre los hombres de Iglesia, “existe una meta historia, que no se descubre a veces en documentos, pero que se basa en la identidad de una inteligencia mística, y se debe a la acción continua de un mismo Espíritu Santo, invisiblemente presente en su Iglesia visible, y que es la razón última, pero trascendente, de esa homogeneidad espiritual...(Entre estos hombres de Iglesia) existen relaciones que no se adaptan a las categorías de la historia que se hace sobre documentos. Son relaciones de un orden meta histórica. Se fundan en la identidad de una inteligencia mística, que les asegura -a pesar de las distancias de tiempo y espació, y por independientes que puedan parecer... los mismos pensamientos fundamentales..."(12).

Podrá parecer menos notable que esta inteligencia mística se a común en San Ignacio y en el Cura Brochero, porque es evidente que el segundo hizo los Ejercicios Espirituales, y conoció la espiritualidad del primero. Pero, aún así, es extraordinario, y sólo atribuible a la acción de un mismo Espíritu Santo, que el Cura Brochero, con los medios precarios de su época - "la época plúmbea dé" la teología", como dijo cierto autor-, haya podido captar, con tanta profundidad teológica, lo que el texto ignaciano apenas insinúa y lo que nosotros conocemos por nuestros estudios teológicos y exegéticos.

Es igualmente notable la inteligencia mística común entre S. Juan y S. Ignacio: supera el mero paralelismo de textos aislados, y llega al paralelismo de intuiciones globales de un autor- humano de un libro inspirado, y del autor del libro de los Ejercicios (13).

Ante esta meta historia de la Iglesia, sólo nos resta a nosotros, que también queremos gozar de esta herencia de Iglesia - que es el Espíritu- ponernos de rodillas y pedirle al Señor: “Señor, que veamos..." (cfr.Mc.10, 51); que también a nosotros nos inspire el mismo Espíritu que inspiré a todos estos hombres de Iglesia y nos revele el misterio del Malo… (14).




Notas:

(1) Usamos libremente el material histórico que nos ofrece P.PARAVANO, Breve relación de la vida y obas de Brochero, (Córdoba; y también G .MARTINEZ ZUVIRIA, El Cura Brochero y Su obra.

(2) Cfr. M.A.FIORITO, Ejercicios completos, hoy, BOLETIN DE ESPIRITUALIDAD n, 42, pp.21-26.

(3) Cfr. G.MARTINEZ ZUVIRIA, El Cara Brochero... (o.c.en nota 1), p.28.

(4) Cfr. KEMPIS, Imitación de Cristo, libro I, c.V. La Escritura, y en su tanto los libros espirituales, han de ser leídos con el misino espíritu con que han sido escritos. Por eso decía S. Gregorio el Taumaturgo, que "...el mismo espíritu necesitan los profetas y los oyentes de los profetas; ni puede alguien comprender al profeta, a no ser que el mismo Espíritu que profetizó le de la inteligencia de las palabras proféticas..." (PG. 10, cc. 1094-1095).

(5) Cfr.P.PARAVANO, Breve relación... (o.c.en nota 1), p.26.

(6) Cfr. I.DE LA POTTERIE, El pecado es la Iniquidad, que publicamos en este mismo BOLETIN DE ESPIRITUALIDAD.

(7) El místenlo del malo puede ser también expresado en lenguaje más conceptual, como lo han hecho los Concilios y los teólogos especulativos (cfr. Fe cristiana y Demonología, BOLETIN DE ESPIRITUALIDAD n.43, pp. 14-21); pero los Padres -y también la liturgia-, por que tratan de…mover los afectos -y no sólo convencer- para en todo amar y servir a Dios nuestro Señor..." (EE.363), usan sobre todo el lenguaje simbólico.

(8) Cfr.D.MOLLAT, Cuarto Evangelio y Ejercicios de S. Ignacio, BOLETIN DE ESPIRITUALIDAD n.3G, pp.39-40.

(9) Cfr.F.BOASSO, Reflexiones sobre la fe del pueblo, BOLETIN DE ESPIRITUALIDAD n.41, pp.14-24.

(10) Cfr.D.MOLLAT, Cuanto Evangelio... (o.c. en nota 8), p.26.

(11) Véase, como ejemplo de la comparación entre S. Ignacio y S. Pablo, M.A.FIORITO, Carta a los Romanos y Primera Semana, BOLETIN DE ESPIRITUALIDAD n.21, pp.21-34.

(12) Cfr.M.A.FIORITO, La opción personal de San Ignacio: Cristo o Satanás, CIENCIA Y FE, XII (1956), n.46, pp.29-30; y también el capítulo III de H.RAIINER, San Ignacio de Loyola y su histórica formación espiritual, Sal Terrae, Santader, pp.49-98.

(13) Cfr.M.A.FIORITO, Canta a los Romano... (o.c. en nota 11), pp, 25-26.

(14) Cfr.E.HAMEL, El Decálogo, Ley de comunidad., BOLETIN DE ESPI-RITUALIDAD n.38, pp.18-21.









Boletín de espiritualidad Nr. 44


ir a la página principal - ir al índice cronológico - ir al índice de autores