Ejercicios en la vida cotidiana

Miguel Ángel Fiorito, SJ





1. Hemos hablado en otra ocasión (Boletín de Espiritualidad 42, p. 21-26) de diversas maneras de hacer los Ejercicios Espirituales de san Ignacio, tal cual éstos figuran en el libro de los Ejercicios, desde el Principio y Fundamento hasta la Contemplación para alcanzar amor. Y decíamos que estas diversas maneras podían ser tres:

a) Ejercicios continuos, según la Anotación 20 (EE [20]) que, como dice la Anotación 4 (EE [4]), »poco más o menos se acabarán en treinta días«.

b) Ejercicios por etapas, sean éstas las »cuatro semanas ... (sin que por eso) cada semana tenga de necesidad siete u ocho días en sí« (Anotación 4, EE [4]), sean las »etapas« en que se pueden dividir los Ejercicios desde el punto de vista de la »elección« (1).

c) Ejercicios en la vida cotidiana, que se adaptan a las posibilidades del tiempo que cada ejercitante puede dedicar a los Ejercicios.

A estos últimos Ejercicios (según la Anotación 19, EE [19]) vamos a dedicar el resto de este artículo.

2. Como mínimo, hay que dedicar cada día a este tipo de Ejercicios una hora de oración (meditación o contemplación); un tiempo (variable) de lectura espiritual y de preparación de la hora de oración; un tiempo (cerca de un cuarto de hora) al examen de la hora de oración; y, por lo menos una vez al día, un tiempo (cerca de un cuarto de hora) para el examen de conciencia diario (mejor, después de cenar).

3. Además hay que dedicarcada tres o cuatro horas de oración – un tiempo (cerca de media hora) a la conversación con el que da los Ejercicios, para que éste sea enterado de lo que ha »sentido« el ejercitante tanto durante las horas de oración, meditación y contemplación como durante el día, y para que le dé la »materia« de las lecturas y de las horas de oración de los días siguientes.

Sobre todo es importante darle cuenta, al que da los Ejercicios, de lo que ha »sentido«: como dice la Anotación 17 (EE [17]), no los propios pecados, sino »las varias agita|ciones y pensamientos ... que los ... espíritus le traen«.

4. Es condición indispensable el tratar de mantener, en medio de las conversaciones y tareas diarias, la »continuidad« – o »silencio« – interior, propia de los Ejercicios ignacianos.

5. Los Ejercicios »en la vida cotidiana« no sólo figuran en el mismo texto ignaciano (Anotación 19, [EE [19]), sino que se los menciona en un documento muy primitivo: las llamadas »Constituciones del año 1541«, redactadas cerca de siete años antes que la edición impresa de los Ejercicios.

Dicen así estas »Constituciones« de la Compañía de Jesús: De las tres experiencias (de un novicio de la Compañía de Jesús), la primera (o sea, los Ejercicios Espirituales) se entiende haciendo ejercicios por un mes exactamente (»encerrándose, según la Anotación 20, EE [20]), o cada día tomando alguna hora u horas (según la Anotación 19, EE [19])« EE [19] (MConst. I: 40).

Según estas Constituciones, pues, los Ejercicios de mes se pueden hacer »encerrándose« durante ese tiempo; o – como ahora se dice – »en la vida cotidiana«, »encerrándose« a ciertas horas del día, y trabajando y conversando en lo demás del día como de ordinario (2).

Es evidente que, de esta segunda manera, se va a necesitar más de un mes para hacer los Ejercicios »completos«, con todas sus »etapas«, desde la preparación remota y próxima hasta la elección y confirmación de la misma: de tres a cuatro meses! Pero el resultado va a ser el mismo: una »conversión« al Señor como se puede lograr en los Ejercicios de mes con retiro absoluto (Anotación 20, EE [20]), con una disponibilidad completa para hacer, en todo, su voluntad santísima!

6. Las ventajas de este modo de hacer los Ejercicios completos son, por una parte, que se adaptan al tiempo de que el ejercitante dispone para hacer Ejercicios – un tiempo cada día –; y por la otra que, al hacerlos »en la vida cotidiana«, no tienen la »artificialidad« del retiro completo, con el consiguiente »corte« con la vida cotidiana que no es lo »ordinario« en nuestra vida cotidiana.

7. Para terminar, diríamos que la única condición que pondríamos a quien quiera hacer, en esta forma, los Ejercicios »completos« es que, de verdad, no pueda disponer de un mes »corrido« para hacer los Ejercicios en completa [23] soledad; o que no los pueda hacer »por etapas«, que es la otra manera de hacerlos, en cierta manera, en la vida cotidiana, pero dejando por más de un día las tareas y negocios de la vida ordinaria, »tomando otra casa o cámara para habitar en ella«, como dice la Anotación 20 (EE [20]), apartándose »de todos amigos y conocidos y de toda solicitud terrena« (ibidem).





Notas:

(1) De estas »etapas« desde el punto de vista de la »elección« o »reforma de vida« hablamos en Apuntes para una teología del discernimiento, Ciencia y Fe (Stromata) XX (1964), p. 97-102: la primera etapa, de »preparación remota«, va del Principio y Fundamento al Rey Eternal, y dura 7 u 8 días; la segunda etapa, de »preparación próxima«, va del Rey Eternal (que se repite) a las Tres maneras de humildad, y puede durar entre 5 y 7 días; y la tercera etapa, de »elección y confirmación«, va desde el Bautismo a la Contemplación para alcanzar amor, y puede durar entre 19 y 21 días, que se puede separar en tres sub-etapas de 10, 5 y 4 días, o en cuatro de 5, 5, 5 y 4 días.

(2) Además de este documento primitivo sobre los Ejercicios en la vida cotidiana, hay otros documentos también primitivos, como en la correspondencia del Beato Fabro con Ignacio, que habla de unos Ejercicios »de segundo orden«, que parecen ser los que se hacen de acuerdo con la Anotación 19 (EE [19]) y que ahora se llaman en »la vida cotidiana« (MFabro: 84, nota 8; cfr. J. Nonel Los Ejercicios Espirituales en sí mismos y en su aplicación, Manresa (1896), p. 85-87, dando cada día, »además del tiempo del platicar, una hora y media« (J. Nonel, 75]; nosotros interpretamos que el tiempo »del platicar« es lo que en el texto de nuestro artículo llamamos tiempo de lectura espiritual y de preparación de la hora de oración). Otro documento – aunque no tan primitivo como los anteriores – es el que nos ofrece el P. Cámara en su Memorial, hablando de unos Ejercicios que llama »abiertos«, cuando »el que los toma no está del todo recogido (según la Anotación 20, EE [20]), y solamente tiene algún tiempo (cada día) para las meditaciones, estando todavía ocupado en sus asuntos (FN I: 708, n. 311). Con todo, respecto de estos Ejercicios abiertos – o, como ahora se dice, en la vida cotidiana –, el P. Cámara dice que »el Padre (Ignacio) juzga que, a personas de quien se espera que pueden venir a seguir la vía (o camino) de perfección, aunque pidan los Ejercicios, no se les den abiertos (según la Anotación 19, EE [19]« (ibidem).









Boletín de espiritualidad Nr. 126, p. 21-23.


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