Sean perfectos como vuestro Padre... (*)
Peter-Hans Kolvenbach sj
Como siempre, el Señor (en Mateo 5,43-48) rompe la regla dorada del sentido común, para ponernos delante de lo imposible. ¡Qué cosa más normal que saludar a los que nos saludan y hacer bien a los que nos hacen favores! Ésta regla de oro también exige que tratemos duramente a los que nos tratan con dureza. ¿No se alienta el mal en el mundo cuando se paga el mal con el bien?. Y, sin embargo, Jesús dice que el hombre sólo triunfará del mal mediante el bien. Porque la violencia engendra violencia, y con devolver golpe con golpe, el hombre no logrará romper el círculo infernal del odio y de la muerte.
Jesús está convencido que el amor triunfará y tendrá la última palabra sobre toda clase de odios. Y esto, no por que Jesús sea un sabio o un predicador idealista, Sino por que el mundo y todos los hombres han sido creados a imagen y semejanza de su Padre que es Amor. En Jesús se ha encarnado este amor del Padre hacia todos los hombres. Dios nos ha amado primero, cuando éramos sus enemigos, y no podía esperar de nosotros ni reconocimiento ni gratitud. He aquí, pues, hasta dónde ha llegado el Padre en su amor hacia los malvados, los enemigos, los ingratos. Él no ha rehusado entregar a su propio Hijo, y éste no se echa atrás ante un amor que lo llevó hasta la muerte en cruz.
Llevar el nombre de cristiano lleva consigo, por lo tanto, la exigencia de amar a imagen y semejanza del Señor, de dar siempre el primer paso, de saludar aun a los que no saludan y de perdonar aun a los peores enemigos.
Este tiempo de cuaresma, que nos pone sin cesar delante de la cruz, nos recuerda que no se trata sólo de tener un poco de generosidad o un poco de buena voluntad. El amor a imagen del Padre y semejanza del Hijo, es ilimitado, y supone el don de la persona y de su corazón.
Así nuestra fe es mucho más que la admisión de ciertas verdades: el Evangelio de hoy nos invita a darnos personalmente a Jesús, arriesgándonos personalmente. Comprometerse verdaderamente como cristiano es firmarle a Dios, por así decirlo, un contrato en blanco, sin saber qué cosa escribirá El más tarde; o mejor, sabiendo solamente que El, que nos amó hasta el final, escribirá siempre cosas ventajosas para nosotros.
Jesús nos dice: "Si ustedes aman sólo a los que les aman, ¿qué recompensa tendrán? ¿Acaso los no cristianos no hacen le mismo? Si ustedes prestan sólo cuando están seguros que les van a devolver, ¿qué reconocimiento pueden esperar? Los no cristianos prestan a los cristianos para que les devuelvan lo equivalente. Ustedes, por el contrario, a imagen de Cristo, amen a sus enemigos, hagan el bien sin esperar reconocimiento y presten sin esperar nada en cambio.
En una palabra, firmarle a Jesús un "cheque en blanco", dejándole a Él el cuidado de escribir lo que El quiera (1). Sabemos que estamos aquí en el corazón mismo del cristianismo. ¿Ha exagerado Jesús al decirnos todo esto? Jesús no podía hablar de otra manera, porque el amor cristiano no es cuestión de sentido común ni de filantropía, sino participación en el amor de Dios: "Ustedes sean perfectos como su Padre celestial es perfecto".
La Iglesia no cesa de rodearnos de hombres y mujeres a quienes nosotros llamamos santos, los cuales han vivido el Evangelio de hoy; y de tantos otros que, en la vida cotidiana de sus familias y de sus trabajos, viven el Evangelio con la gracia de Dios. Gracias a ellos el mundo no perece por el odio y por la destrucción, y la ciudad de Dios con los hombres se va construyendo lenta y seguramente sobre el amor de Cristo para la vida del mundo.
Que esta Eucaristía, queridos hermanos, nos haga participar de este amor sin límites de Cristo.
Notas:
(*) Presentamos la homilía que nuestro P. General pronunció el 10 de enero de 1990, en la Paz durante la visita a Bolivia.
(1) Nota de la Redacción: este es el "cheque en blanco" que, en los Ejercicios de San Ignacio, el ejercitante "firma" cuando hace, al Rey Eternal, la oblación de "los que más se querrán afectar y señalar en todo servicio de su Rey Eterno y Señor universal..." (EE. 97-98). Luego, en la Meditación de las Dos Banderas, toma la forma de un "triple coloquio”que se ha de repetir en la Meditación de los Tres Binarios (EE. 156), con la “nota" correspondiente (EE. 157).Y, a partir de aquí, cuando se entra en “materia" de elección o reforma de vida, con este mismo "triple coloquio" -forma que, como dijimos, toma el "cheque en blanco" de las Dos Banderas y de los Tres Binarios- se han de terminar todas las Contemplaciones de la Segunda (EE. 159) y Tercera Semana (EE. 20A) ; o sea, durante todo el tiempo de la elección o reforma de vida y de su confirmación. Sobre este "cheque en blanco" en Ejercicios, M.A Fiorito, Buscar y hallar la voluntad de Dios, Ediciones Diego de Torres, San Miguel (B.A.), tomo 1, p.630, punto 3-2: es, por otra parte, la expresión del "grande ánimo y liberalidad" con que los Ejercicios se han de comenzar, continuar y terminar, como dice la Anotación 5 (EE. 5; cfr. ibídem, tomo 1, pp. 44-48).
Boletín de espiritualidad Nr. 130, p. 21-23.